Enrique López
Jóvenes violentos
Recientemente hemos conocido unas cifras que son demoledoras en relación a la violencia de género, y que sin lugar a dudas, nos deben estremecer; nos indican que esta lacra social está aumentando entre los más jóvenes. El hecho de que la violencia de género en su totalidad haya disminuido, lo cual ha sido notorio en lo que a muertes se refiere, y aumente en menores de 18 años, es algo sobre lo que debemos reflexionar. Los roles de esta violencia son los mismos que en los mayores, se produce en el seno de parejas o ex parejas, y denota una tendencia a la posesión por parte del joven hacia su pareja, hasta el punto de intentar anularla, contando para ello con la violencia más aberrante que nos podamos imaginar en un mundo del siglo XXI. Nuestra sociedad en términos generales cada vez es menos machista, y ha alcanzado cotas de igualdad inimaginables hace años, aunque debemos seguir mejorando porque la situación no es la óptima; pero no resulta nada estimulante observar cómo nuestros jóvenes en esta materia son cada día más retrógrados, y ello en una sociedad en la que la educación es pro moviente de la igualdad de género. Entonces, ¿qué es lo que se está haciendo mal? La respuesta penal no puede ni debe ser más punitiva, las normas han sido revisadas y analizadas desde hace más de una década, con estudios constantes sobre su aplicación, y quizá aquí debamos encontrara la explicación; nos hemos centrado no en exclusiva, pero sí de una forma cuasi obsesiva, en la solución penal de los casos constatados, y quizá no tanto en la prevención, que pasa por la educación y formación, sobre todo en la infancia y en la juventud; por otro lado, la sociedad ha confiado la solución exclusivamente al Estado, cuando una gran parte de la causa y también de la solución está en el seno de las familias, las cuales deben ser las que primero deben reaccionar ante el mínimo atisbo de violencia de género o intrafamiliar. Hemos creado unos juzgados especializados, casi únicos en el mundo, que obviamente algún día habrá que repensar, y hemos conceptualizado una delincuencia centrada exclusivamente en el hombre maltratador, que a la luz de los datos está sirviendo poco en lo que se refiere a la prevención de esta delincuencia, y por ello ha llegado el momento de centrarse en esto precisamente: educación, prevención y no sólo solución penal, que algunos creyeron en su momento la gran solución, otorgándole una naturaleza taumatúrgica. Ésta es una lucha de todos y en la que debemos participar todos, y es triste observar cómo algunos y algunas han pretendido arrogarse el monopolio de la misma y de su solución, apartando del consenso a cualquiera que discrepara lo más mínimo, o que ofreciera otro tipo de soluciones, y sé de lo que hablo, porque lo he padecido. Contribuí a crear en el seno del Consejo del Poder Judicial el Observatorio de Violencia de Genero, siendo su primer presidente, y pronto pude observar que se impuso un único pensamiento en esta cuestión.
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