Pilar Ferrer

La alcaldesa que quiere ser presidenta con la ayuda de ERC

La Razón
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A Pablo Iglesias le ha salido un grano enorme. Ella quiere sentarse en el Congreso y arrebatarle el liderazgo nacional. Es un clamor por toda Barcelona y hace tiempo que este periódico lo advirtió: Ada Colau no se conforma con la alcaldía, su pacto secreto con Oriol Junqueras va adelante y su anuncio de crear un nuevo partido, al margen de la coalición con Podemos así lo confirma. Cataluña está en manos de una mujer con buenos resultados en las urnas y cuya ambición personal decide el destino de esta convulsa situación: Colau y Junqueras han mantenido contactos muy discretos, casi secretos, para fraguar sus respectivos intereses de poder. El pacto que Junqueras le hizo llegar a Colau pasa por ofrecerle todo su apoyo en unas elecciones generales como candidata de un partido de izquierdas a la Presidencia de España, a cambio de ser el único aspirante a la Generalitat. Tú, a Madrid como gran lideresa nacional y yo, en Cataluña como presidente. Tras los resultados del 20-D y la grotesca situación entre el PSOE y Podemos, humillante para los socialistas y chulesca en las huestes de Pablo Iglesias, Colau ha movido ficha. Sabedora de la dificultad de tragar con un referéndum de autodeterminación por parte de un partido constitucionalista, la marca En Comú Podem se le queda pequeña. Por ello, asesorada por su número dos, el argentino Carlos Pisarello, ha decidido fundar un nuevo partido al estilo peronista: la patria y la revolución juntas. Es decir, Cataluña soberana y las demandas sociales de izquierda al tiempo. Una formación que pretende arañar muchos votos en el área nacionalista de izquierdas en unas elecciones generales, para dejar ese mismo espacio a ERC en Cataluña. Toda una trampa para Iglesias, que no ha conseguido la autonomía de un grupo parlamentario propio en el Congreso. Su hombre fuerte en Madrid, Xavier Domènech, lo advierte: la consulta es irrenunciable. Al osado «coletas», Ada le ha salido respondona.

La infancia de esta heroína roja marcó su carácter. Tercera hija de los cinco habidos en el matrimonio de Ramón Colau y Tina Ballano, Ada creció en el barcelonés barrio del Guinardó, mítico enclave de las novelas de Juan Marsé. Una mezcla de clase obrera y niños «pijos» que allí acudían para hacerse comunistas y fardar de izquierda «progre». Sus padres se separaron pronto, Ada estudió en un colegio de Sant Gervasi, en la Academia Febrer y en la Universidad de Barcelona algunos cursos de Filosofía. Se quedó a varios créditos de terminar la carrera porque a ella le gustaba ser actriz. Por ello, se presentó a un «casting» y logró que la admitieran en una famosa serie de Antena 3 TV, «Dos más una». Allí tal vez forjó su papel escénico en la política. Hasta que conoció a Adrián Alemany Salaterra, un profesor de filosofía activista contra los desahucios que cambió su vida. Procedente de Argentina, donde había trabajado varios años bajo gobiernos peronistas, Adrián fue su compañero, mentor y padre de su único hijo, Luca.

Fue entonces cuando Ada Colau y su pareja fundan la llamada PAH (Plataforma Antidesahucios), que les da proyección pública. Con una cuidada estrategia mediática, que diseñan Alemany y Pisarello, se convierte en habitual de tertulias y programas. Su pasado de actriz y sus tablas la catapultan a la fama. Bajo la bandera de los desahucios, ella que nunca lo fue, consigue labrarse una imagen de mujer combativa y feroz activista. El resto es conocido: Pablo Iglesias la llama un día para ofrecerle colaborar juntos y tras la pantalla de En Comú Podem forjan una candidatura de izquierdas. Algo que ahora, a Colau, se le queda en barras. Tras sus buenos resultados en Barcelona, esta «nueva Pasionaria» quiere volar sola. Hace tiempo que Junqueras la viene cortejando a través de su hombre de máxima confianza en el consistorio de la Ciudad Condal, el concejal Alfred Bosch. Su voto es clave en la gestión municipal, necesario para Colau y decisivo en estas negociaciones.

El pacto coincide con el gran malestar que existe ahora entre la formación de Colau y sus socios de Iglesias. Para nadie es un secreto que los buenos resultados de Podemos son el resultado de la figura de Colau y sus huestes en Cataluña, lideradas por Domènech. Éste no tuvo reparos en atribuir todo el éxito electoral a Colau nada más recoger sus credenciales en el Congreso. En la formación podemita catalana ha causado profundo malestar la negativa para formar un grupo parlamentario propio. Un varapalo en toda regla a Pablo Iglesias y un tajazo definitivo a una rebaja del referéndum en Cataluña ante un eventual pacto del PSOE con Pedro Sánchez. Este guijarro en el camino aviva la intención de Colau de articular un partido nuevo, alejado de las soflamas de Iglesias. Fervorosa lectora de la filósofa judía alemana Hannah Arendt, suscribe sus teorías contra la «política arrogante». Que se prepara Iglesias con esta su nueva cara de la moneda.