Alfonso Ussía
La calendaria
Lean con atención. No he escrito la candelaria ni la calandria, sino la calendaria. Al fin se ha subsanado una injusticia secular. Como sucede casi siempre, gracias al tesón científico y justiciero de un intelectual profundo y comprometido. En el caso que nos ocupa, don Miguel Lorente, director del Área Feminista de la Universidad de Granada, y de su Unidad de Igualdad. Don Miguel ocupó un cargo de alta responsabilidad en los Gobiernos de Rodríguez Zapatero. Delegado de la Igualdad, a las órdenes de Bibiana Aído, aquella ministra irrepetible de rubio cabello, traviesos hoyuelos y feminismo cultural a ultranza. Los grandes pensadores conforman el motor de nuestra sociedad. Días atrás, leí una entrevista al sociólogo don Emilio Aragón «Milikito», persona de aparente bondad sólo puesta a discusión por quienes mejor lo conocen. Dio en el clavo. «A Trump habría que practicarle un trasplante de alma». No prosiguió ofreciendo la suya para el trasplante porque dejar al mundillo de la bondad sin el alma de Milikito podría resultar catastrófico. Y por otra parte, Trump interpretando «Médico de Familia» no me termina de convencer. Don Miguel Lorente como don «Milikito» representan la fuerza innovadora proyectada hacia el mundo que viene. Y mientras don «Milikito» ha inventado el trasplante de alma, don Miguel ha hecho lo mismo con la Calendaria. Es decir, el calendario feminista que ha editado la Universidad de Granada en forma de almanaca. Porque la Calendaria no es almanaque, sino almanaca, como su nombre indica.
Los meses son hembras. Su género ha sido alterado por las urgentes necesidades de la igualdad de sexos, y en la Calendaria de la Universidad de Granada se dan la mano para cerrar el ciclo del año jugando al siempre divertido «corro de la patata». Enera, Febrera, Marza, Abrila, Maya – el mes de la flores y de las abejas, en homenaje a la Abeja Maya–, junia, julia, agosta, septiembra, octubra, noviembra y diciembra. Eso, como las Magas del alcalde de Valencia o las jóvenas de nuestra izquierda intelectual. Los días, claro está, han protestado, y la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada, con el señor Lorente a la cabeza, también ha procedido a terminar con el secular machismo del calendario mensual y de los días de la semana. El lunes será el lunas, y a renglón seguido pasaremos al martas, al miércolas, al juevas, al viernas, al sábada y al dominga, en homenaje a la activista de Femen que se desnudó la pasada semana ante la figura de Trump del Museo de Cera de Madrid.
Ardo en deseos de hacerme con un ejemplar, por aquello de añadir a mi archivo una publicación con proyección y carácter de histórica. Creo que es justo, después de tantos siglos de dominio machista, que el género masculino desaparezca de nuestro vocabulario. Facilita sobremanera el difícil desafío de la rima consonante. Si el juez Garzón imparte una conferencia en Alcorcón, la noticia y la rima carecen de importancia. Pero si lo hace en Barcelona, abre las puertas al gran titular rimado. «La jueza Garzona/ visita la ciudad de Barcelona». O con Madrid. «Garzón el gran adalid/ de la Justicia en Madrid», queda antiguo, cavernícola y muy fascista. Pero si se dice, «Garzona, la más querida/ de la izquierda de Madrida», la rima emociona. Se trata de una cuestión de sensibilidad. «En la jornada de hoya/ Rajoya viaja a la Haya/ y le acompaña la joya/ de Soraya».
Creo que estamos obligados a tomarnos en serio la Calendaria de la Universidad de Granada.
Decía Chesterton que la mejor manera de subir a un tren es perdiendo el anterior. Pero en ocasiones, los trenes no pasan dos veces, y menos aún, el tren de la vida y de la modernidad.
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