Crisis económica
La crisis catalana puede pasarnos factura
España volvió a crecer un 0,8% durante el cuarto trimestre de este año, el mismo ritmo al que se expandió entre julio y septiembre. En términos interanuales, continuamos expandiéndonos a tasas superiores al 3% (por tercer año consecutivo). Es verdad que todavía no contamos con datos desagregados –ni por sectores, ni por partidas de gasto, ni por territorios–, pero la información adelantada que nos acaba de ofrecer el Banco de España sí nos permite concluir 2017 con algo de optimismo: la –desde hace años– tan temida desaceleración no termina de llegar a nuestro país, lo que nos está permitiendo crear empleo a una velocidad incomparable con la del resto de Europa. Sin embargo, y como solemos repetir en estos casos, no debemos dormirnos en los laureles: no sólo por los retos que, por sí sola, ya se vería abocada a afrontar la economía española (crecimiento basado en la mejora de la productividad y no sólo en la creación de empleo; amenaza de aumento de los tipos de interés; corrección del déficit público y amortización de deuda, etc.), sino porque hay nuevas amenazas internas que pueden socavar nuestro crecimiento.
Me refiero, en alusión directa del propio Banco de España, a la situación generada por la crisis institucional catalana. De acuerdo con el organismo regulador, de momento la crisis catalana todavía no ha afectado de forma notable al resto de España, pero sí ha generado daños importantes en la región: no olvidemos que, de acuerdo con las estimaciones del Ministerio de Economía y de la AIReF, la autonomía habría crecido a un ritmo cercano al 0,4%, esto es, la mitad que en el conjunto de España (cuando normalmente Cataluña se ubicaba a la cabeza de este crecimiento). La razón que aduce el Banco es que la incertidumbre política provocada por la Generalitat habría contraído en Cataluña el gasto privado interior (tanto consumo como, sobre todo, inversión) y la demanda turística.
De momento, eso sí, los daños se han contenido en la región catalana. Pero el organismo es muy claro al advertir de que, si la incertidumbre institucional persiste los próximos meses, la totalidad de España podría terminar sufriéndolo: «La incidencia final de este elemento de riesgo sobre el conjunto de la economía española en el cuarto trimestre dependerá de la magnitud y de la persistencia que este acabe teniendo (...) Un hipotético rebrote de las tensiones en los próximos meses podría llevar a un impacto más pronunciado». Avisados estamos.
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