Política

Restringido

La «cuestión catalana»

La «cuestión catalana»
La «cuestión catalana»larazon

La irrupción de Podemos, cuyo alcance está por ver, y los efectos erosivos de la corrupción y de la crisis económica sobre populares y socialistas han debilitado, según todos los sondeos, la vigencia del bipartidismo alternante en España, que ha sido el modelo que ha regido hasta ahora con buenos resultados. Falta un año para las elecciones generales y en este tiempo pueden pasar muchas cosas y enderezarse los pronósticos. La nueva fuerza emergente tropieza con las primeras dificultades a la hora de pasar de las musas al teatro. Las perspectivas económicas mejoran como demuestran los últimos datos de creación de empleo. Y la ofensiva contra la corrupción, ajustando las cuentas al pasado, parece que va en serio. Queda sobre la mesa el incordio de la «cuestión catalana» y la necesidad de que las instituciones, empezando por los partidos mayoritarios, recuperen el crédito perdido. No es tarea fácil la que queda por delante y nada puede perjudicar más a las dos principales fuerzas políticas que perderse en descalificaciones mutuas y en dimes y dirites por cálculos electorales de vuelo corto. Estos cálculos son los que empujan a los nuevos dirigentes socialistas a decir que no y que no a la posibilidad de un Gobierno de coalición en la próxima legislatura, como ocurre ahora mismo en Alemania o, salvadas todas las distancias, en Italia. Y lo más que concede Pedro Sánchez son pactos puntuales.

Es natural que la dirección del PP haya dejado caer su disposición a gobernar, si es preciso, con los socialistas –¿con quién si no?–, y es lógico que a los nuevos dirigentes del PSOE se les lleven los demonios cada vez que oyen a hablar de ello, aunque lo adelantara en su día Felipe González. Ellos tienen mucho más que perder si esa idea penetra en el imaginario colectivo, y ya se encargarán desde su izquierda de que eso suceda. ¿Lo veis?, dirán, son de la misma «casta». El caso es que, tal como están ahora las cosas, en las próximas elecciones el PSOE perdería el segundo puesto en favor de Podemos. Si se cumplen los pronósticos, tendría que optar entre gobernar con el PP –que carece de competencia en la derecha y que seguiría siendo el más votado–, para emprender las reformas constitucionales que hagan falta y resolver de una vez la «cuestión catalana», o aliarse con Podemos y todas las izquierdas y los distintos nacionalismos y acometer la ruptura del sistema y puede que de España. Ese es el dilema que tiene por delante Pedro Sánchez, caso de que supere la prueba de las elecciones autonómicas y locales de la próxima primavera y sea él el próximo cartel electoral del PSOE. Los pactos municipales y autonómicos van a dar la pista de sus intenciones. También ahí se la juega. Es verdad que no conviene adelantar acontecimientos, pero la hipótesis del Gobierno de gran coalición es la que se baraja ahora mismo en las sedes de los partidos, en los mentideros periodísticos, en las cancillerías y en los observatorios financieros. Por algo será.