Manuel Coma

La cuna de la Yihad

Muchos lectores podrán recuperar el desvanecido recuerdo de que cuando en el verano del 2010 seguían apasionadamente la final que le proporcionó a La Roja la copa mundial, se produjo en Uganda la matanza de 76 personas que contemplaban el mismo acontecimiento. Kenia se interpone entre Uganda, en su frontera occidental y Somalia. La falta de contigüidad no impidió que los asesinos fueran los mismos que ahora se han cobrado en Nairobi la vida de al menos 68 personas y dejando 175 heridos. El día anterior habían matado a cinco en un mercado de Mogadiscio, la capital somalí.

Ese mismo día Boko Haram, organización nigeriana emparentada ideológicamente con los matarifes de África Oriental, especializada en asesinar cristianos, chocó con la Policía en Abuya, la capital del país, con un saldo de ocho muertos. Los que han conseguido con su crueldad las primeras planas de la prensa mundial son conocidos por Al Shabab, nombre árabe que se traduce como Juventudes Muyahedinas, es decir, jóvenes guerrilleros que practican la Yihad o guerra santa. Constituyen la rama o franquicia de Al Qaeda en Somalia, en el ángulo sureste de la península arábiga donde está implantada otra de las más activas filiales de la gran central yihadista. Lo que ahora ha sucedido, como hace tres años en Uganda, es el cumplimiento de una promesa de venganza relacionada con las interminables luchas intestinas de esa parte de África, muy dudosamente país, que se llama Somalia.

En los días del mundial, el motivo fue que Uganda había contribuido a la fuerza multinacional que la Unión Africana había enviado a Somalia bajo los auspicios de la ONU, con propósitos pacificadores. Lo de antes de ayer en Nairobi fue porque Kenia en octubre de 2011 envió tropas a Somalia en apoyo de esas mismas fuerzas africanas y de las de Etiopía, todos ellos comprometidos en poner coto a los desmanes de Al Shabab. No es la primera vez que Kenia es víctima de ataques de este tipo, pero hasta ahora habían sido de una escala mucho más reducida. El último y mayor objetivo es un centro comercial de alto standing, frecuentado por extranjeros, lo que puede explicar la predilección de los islamistas, que dijeron no querer matar más que a infieles, y la preocupación que el hecho ha suscitado en capitales de Occidente, después de que hace pocas semanas, 18 embajadas y consulados americanos en Oriente Medio y África fueron cerradas tras interceptar un mensaje de Al Qaeda. Estas circunstancias han creado una notoriedad que por desgracia es rutina en otras zonas sometidas al azote del terrorismo y la guerra.