Alfonso Ussía

La dehesa movida

La dehesa movida
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Un año más, asuntos personales de la mayor importancia me han impedido asistir, como era mi deseo, a la manifestación republicana del 14 de abril celebrada en Madrid. He pasado con mi gente y mis amigos el fin de semana en Sierra Morena. Las dehesas movidas, el campo insultante de verdes, los arroyos y regatos, tronantes. Después de tres meses recibiendo agua, la sierra de los románticos supera la condición de prodigio. Y como era de esperar, no he tenido valor para abandonarla y presentarme en Madrid con el fin de acudir a la emocionante manifestación. Por un lado, me he alegrado. He visto fotografías de la impresionante y espontánea reunión, y se me ha caído el alma a los pies. Aparentemente, los manifestantes no se ajustaron a las civilizadas normas de la higiene personal. Y por otra parte, se me antojó extraño que todos fueran vestidos de la misma forma y portando banderas tricolores de tamaño similar. No deseo herir a nadie. Pero aquella idea de sustituir la franja inferior de la Bandera de España por una morada de Castilla, no se puede considerar brillante. Para gustos no hay nada escrito, pero me parece feísima. Los republicanos de la Primera, mantuvieron la Bandera de Carlos III sustituyendo la corona Real por la Mural republicana. Los portadores el domingo pasado de los efímeros pendones, no tenían edad para haber conocido los horrores que se desencadenaron a raíz de la imposición de esa tela. Pero mi protesta se cobija en la estética. Es fea. Y más aún después de que Cayo Lara haya declarado que su sueño es una República similar a la cubana o la venezolana, porque la de los Estados Unidos le repugna. Creo que acerté quedándome en Sierra Morena.

Otro año tuve que renunciar a manifestarme a causa del imprevisto fallecimiento de Virgilio. No el metafórico poeta latino, sino el guacamayo de mi tía Leonor, que en paz descanse junto a su amado loro. Conocí a Virgilio de niño y el tío duró hasta mi entrada en el otoño. Era como uno más de la familia, y lo enterramos en un bucólico paraje de Parla, a la misma hora de la manifestación. Aquel 14 de abril nació lluvioso y lo de la higiene no hubiera importado tanto. Los pocos que se manifestaron fueron duchados por la naturaleza.

Los que somos republicanos de toda la vida, no entendemos el motivo de la agresión a la estética que estos chicos defensores de la República llevan a cabo día tras día. Republicano fue Julián Besteiro, tan elegante de cuerpo como de espíritu, y en un principio, con anterioridad al Golpe de Estado de 1934, también Marañón, Ortega y Gasset y hasta Antonio Garrigues Díaz-Cañabate. Cuando la Segunda República pasó de ser un sistema a una siniestra máquina de exterminio de sus propios ciudadanos, la elegancia desapareció por completo. Y luego vino lo que vino. Conviene recordar a los que no han leído, es decir, a la más alta proporción de los manifestantes del pasado domingo, que el Golpe de Estado antidemocrático contra la legalidad republicana tuvo como artífice al Frente Popular de comunistas y socialistas descontentos con los resultados de unas elecciones. En ese sentido, no han cambiado mucho.

Así que habrá que esperar al año que viene, al abril aún escondido en los calendarios de 2014, para manifestarse de nuevo contra nuestra razón y nuestra Historia. Si bien, mejor pensado, voy a renunciar a hacerlo. No me gustan los resentidos que no tienen motivo para estarlo.