César Lumbreras
La doble vuelta
Un amigo, catalán por más señas y que se volvió independentista durante un tiempo, me confesaba recientemente que llevaba varias citas electorales (las últimas generales, autonómicas y municipales, en concreto) sin acudir a las urnas. Al preguntar por el motivo de su abstención, me contestó que no se fiaba de los partidos políticos más cercanos a su forma de pensar, especialmente porque ninguno de ellos decía antes de las elecciones con quién pactaría en caso de no obtener la mayoría suficiente. «Es que no sé lo que van a hacer con mi voto una vez que se lo entrego en las urnas y quiero saberlo. Vamos, que mientras no se implante un sistema de doble vuelta, me quedaré en casa». Es uno de los ciudadanos de a pie al que he escuchado una argumentación similar en los últimos tiempos. A continuación, se mostraban partidarios de una reforma electoral en la que se implante este sistema, para que, al final, sean los votantes los que elijan de forma directa a quien ellos quieran. Nos evitaríamos así el espectáculo de estos últimos cuarenta días, una cuaresma de chalaneo. ¿Todos los que han votado a Podemos son partidarios de que este grupo pacte con el PSOE, y al revés? ¿Qué prefieren los votantes de Ciudadanos, un acuerdo con los socialistas o con los populares? Me temo que hay división de opiniones. Desconozco si Felipe González, al referirse días atrás a una reforma del sistema electoral, estaba pensando en el sistema de doble vuelta, pero, tal y como se han puesto las cosas, me parece que es una alternativa a tener en cuenta. Claro que, para que esa reforma se ponga en marcha, primero hace falta que se solucione el bloqueo actual. Mientras tanto, el Rey vuelve a recibir a los representantes de los partidos políticos. Visto lo que ha sucedido hasta ahora, estoy por asegurar que Pablo Iglesias anda preparando alguna traca o golpe de efecto para cuando salga de La Zarzuela.
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