Investigación científica

La estatura de los políticos

La Razón
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Los científicos han concluido que la salud de las personas depende de varios factores, entre los que se encuentra la desigualdad social. La revista médica «The Lancet» ha publicado un estudio, realizado a 1,7 millones de personas, que llega a la conclusión de que la pobreza afecta a la salud de forma tan consistente como el tabaco, la hipertensión o la diabetes. En lenguaje científico se considera «inequidad» aquella diferencia en salud que no solo es innecesaria y evitable sino que, además, es injusta. En una balanza, la diferencia de esperanza de vida entre las rentas más altas y más bajas, que puede llegar a los 4 años en un país como España, pesa en el lado de la injusticia.

Sin embargo, hay otro factor que también afecta a la salud, que no discrimina entre rentas y que deberíamos analizar en el ámbito de lo evitable: la investigación médica. En el último año se han diagnosticado, solo en nuestro país, 230.000 casos de cáncer y se sabe que va a haber más enfermos en España: uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres lo padecerán.

Lo científicos son conscientes de que algunas enfermedades solo se pueden vencer con investigación, sin embargo, en los últimos 10 años, el presupuesto en investigación ha caído en picado. Así, por ejemplo, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas se encuentra bajo mínimos con puestos de trabajo perdidos, deterioro de los medios de investigación y salarios ridículos.

No solo el cáncer necesita investigación, más de 3 millones de personas en España sufren enfermedades con baja prevalencia y otras que, sin llegar a ser enfermedades raras, tienen baja frecuencia, para las que, en su mayoría, el poco atractivo comercial, la escasez de recursos existentes, la carencia de centros especializados y el alto coste que supone la investigación de estas enfermedades, representan una condena para el paciente.

En el caso de la investigación médica no hay diferencias en salud entre diferentes estratos socioeconómicos, sencillamente perjudica a todos por igual, porque algún día todos seremos enfermos y entonces, a lo mejor es demasiado tarde.

El ser humano, por naturaleza, es un animal gregario porque la vida de manera individual es muy difícil vivirla, necesitamos de los demás. La vida en comunidad significaría protegernos colectivamente y eso es un esfuerzo de generosidad y confianza.

El individualismo es una manera de autolesión de la sociedad, pero hay otras formas de hacerse daño aún peores, como la incapacidad para discernir lo sustancial y relevante de lo artificioso y superfluo que hace que las prioridades se confundan por otras que no lo son.

La política no debería ser un foro de frases huecas y de intereses personales. La responsabilidad de las decisiones que se toman no suele ser valoradas adecuadamente porque es imposible saber lo que hubiese ocurrido optando por una alternativa a lo que se ha hecho, lo que llaman los economistas el cálculo del coste de oportunidad.

Pero podemos aproximarnos: solo en Cataluña, 4.000 enfermos de cáncer están en riesgo de exclusión social debido a las consecuencias económicas de su enfermedad, pero la prioridad de sus autoridades sanitarias es dejar de ser España.

Cuando no se invierte en investigación médica o en evitar la desigualdad en salud, esto tiene consecuencias. Hay quien considera que la política no es más que el reflejo de una sociedad determinada, sin embargo, también están los que piensan que, en ocasiones, los protagonistas políticos no están a la altura de la sociedad y, por eso, se genera frustración.