Iñaki Zaragüeta
La estupidez insiste siempre
Si Mireia Mollà se ha propuesto saltar al protagonismo mediático, como hizo en su día su compañera Mónica Oltra, lo ha logrado y lo seguirá logrando si su método encierra ideas peregrinas, más bien ocurrencias, como la presentada en Las Cortes Valencianas de reclamar al Gobierno una ley para que deportistas como Pau Gasol no puedan competir bajo la bandera española por no tener residencia fiscal en España.
La diputada autonómica de Compromís, una coalición en la que una gran parte de militantes y dirigentes se identifican con los Países Catalanes y su independencia, no ha podido ser más inoportuna y, a la vez, más aguda. Inoportuna al decidir su iniciativa contra Gasol cuando el «extraterrestre» más es de todos españoles, cuando más identificados estamos con él, cuando más le queremos nuestro. Ha aprovechado certeramente el cénit actual de nuestro gigante en todos los aspectos. Si quería ofender más y a más gente, ha elegido el mejor momento.
Digo aguda al escoger al personaje más popular del momento. La repercusión máxima estaba garantizada por su inoportuno pronto y por la figura afectada. Eso sí, a toda esa popularidad alcanzada por Mireia Mollà va unida la peor valoración. En esta ocasión esos dos conceptos son inversamente proporcionales, de ahí que esta vez no se le abran los platós. Para eso hubiera sido más acertado pedir que Gasol sólo jugara con la selección catalana.
Cuanto más reflexiono sobre la propuesta de Mollà, y me caía bien sin conocerla, más me viene a la memoria la frase de Einstein: «Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro» o la que alguien dijo: «La estupidez insiste siempre». Así es la vida.
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