Literatura

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La granja política

La Razón
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Inmersos como estamos en los fastos del más grande escritor de todos los tiempos, nuestro inigualable Cervantes, no hemos de olvidarnos del centenario de un hombre que lo estudió con una sensibilidad extraordinaria y que nos legó, además de un número de discípulos muy notables, una extraordinaria obra sobre el español: me refiero a Alonso Zamora Vicente. Organizados por un grupito de estos, entre los que me permito destacar a Jesús Sánchez Lobato (extraordinario estudioso del español como lengua extranjera y, como persona, lo siguiente a este adjetivo), a Carmen Mejía, inteligente y excelente profesora y Juan Manuel González Martel, en la misma línea que los anteriores, se han celebrado unos actos en su memoria en la Facultad de Filología de la UCM (que no es todo política en mi vetusta y siempre querida universidad). Entre el 18 y 22 de abril, una serie de personalidades de la investigación filológica de nuestra lengua, quienes, de una u otra manera, se sienten parte del magisterio de don Alonso, han recordado su obra, sus vicisitudes y lo mucho y bueno que hizo por expandir nuestra lengua por todo el mundo, organizando y dirigiendo durante muchos años, cursos de lengua y cultura españolas para profesores extranjeros de español de todo el mundo. Por mediación de mi maestro y amigo el profesor Sánchez Lobato, tuve el privilegio de conocer y colaborar con este académico a quien se le ha tildado muy justamente como el mejor embajador de la lengua española. Lo conocí en sus últimos años, con la cabeza en perfecto estado, pero con el alma herida por tanto sufrimiento y por tanto desagradecimiento de un país como España que dejó morir de hambre a Cervantes y que incomodó siempre la labor de un personaje de una inconmensurable categoría humana como lo es (en nuestra memoria) don Alonso.