Cataluña
La «guerra ciudadana»
Socios y, sin embargo, adversarios. Eso es lo que pasa. Se necesitan, pero echan pestes el uno del otro. Entre el PP y C,s se libra una batalla que ha pasado, después de lo de Cataluña, de subterránea y sorda a abierta y clamorosa. Y mientras tanto, como si aquí no pasara nada, Rajoy y Rivera se ven, se hacen la foto juntos, intercambian propuestas, hablan de los presupuestos como en los viejos tiempos, y quedan para otro día. Esta «guerra ciudadana» entre los dos bandos de la derecha se presenta como una pugna entre lo nuevo y lo viejo, entre el cambio y la experiencia. Uno se quedaría con el voto joven y ciudadano y el otro con el de los pensionistas, las clases medias acomodadas y la España rural. Ése es el reparto aproximado. Los populares son más conservadores y los otros, más liberales o neoliberales. A Rajoy le respaldan los abogados del estado y a Rivera, un grupo de intelectuales brillantes, incisivos y puestos al día, que le han llevado en volandas. Mariano Rajoy sigue confiando en Arriola. El mundo del dinero hace lo de siempre: pone un huevo en cada cesta, por lo que pueda pasar. Las instituciones europeas y las casas de apuestas siguen apostando por el político gallego, que, a lo zonzo, acostumbra a ganar todos los pulsos.
El problema catalán se ha convertido provisionalmente en factor determinante. Ha hecho soñar a Rivera y está resultando una pesadilla para Rajoy. La aplicación del 155 ha exaltado a Arrimadas y ha hundido a Albiol. Los de Ciudadanos creen que es el punto de arranque para conquistar España. Los populares, que han sentido el aliento en el cogote, confían en su poderosa maquinaria y se han puesto a engrasarla de cara a las elecciones autonómicas y municipales, que están a la vuelta de la esquina. En Moncloa creen que lo único que ha pasado es que no han sabido vender bien las actuaciones del Gobierno. O sea, que ha fallado la comunicación. Lo cual, con ser seguramente cierto, no es excusa suficiente. Algo, aparte de la comunicación, se ha hecho mal en Cataluña desde hace mucho tiempo. Algo han hecho mal los populares desde que Aznar firmó la capitulación en el Majestic, o antes. Y, por supuesto, después. Ese fracaso debería provocar más ajuste de cuentas que la mala gestión de la nevada, por poner un ejemplo cercano. Alguien en el núcleo duro del Gobierno debería darse por aludido ante semejante catástrofe política y tomar la puerta. Declarar la guerra a Ciudadanos es pura politiquería que no conduce a nada. Y al revés, lo mismo.
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