José María Marco
La lección griega
Lo que está ocurriendo en Grecia es el modelo de las políticas que los compañeros politólogos, a estas alturas reconvertidos en gestores de la cosa pública, podrían aplicar en nuestro país si llega a gobernar la coalición del PSOE con los populistas. En 2014, antes de que Tsipras hubiera llegado al gobierno, la economía griega estaba creciendo, el paro estaba en baja y el Estado había empezado a tener superávit presupuestario. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Syriza llegó al poder prometiendo que aumentaría el gasto público para satisfacer cualquier de sus promesas... y que Grecia seguiría en la eurozona.
Los compañeros de nuestros politólogos no habían propuesto sólo un cambio de política con respecto a la anterior (que estaba funcionando). Como se ha dicho, querían cambiar desde Atenas las reglas de la eurozona, sus señas de identidad: gastar sin medida mientras los gobiernos, los pensionistas y las contribuyentes del resto de los países del euro les pagábamos la fiesta. Los sacrificios de los griegos no son tales. Los sacrificados somos el resto. Allí donde en España la edad de jubilación está en los 65 años, en Grecia está en los 61. El populismo no es distinto del socialismo: los dos duran lo que dura el dinero, o el aguante, de los demás.
La paciencia del resto de los miembros de la eurozona está siendo gigantesca. Los factores que la explican son variados: el recelo –comprensible– ante el salto en el vacío que sería la salida de un país de la zona euro; la prudencia propia del liderazgo alemán, en particular el de Angela Merkel; la solidaridad –palabra que los señoritos de Syriza desconocen– con los griegos, a los que no se ha querido abandonar en manos de un Gobierno de irresponsables.
Evitar una salida catastrófica no se habrá debido a los dirigentes griegos. Se habrá debido al resto de los países de la eurozona, a sus gobiernos y a sus ciudadanos, que han aceptado rebajas considerables y, al revés que los compañeros de Syriza, no están haciendo demandas irrealizables. Al final, es probable que los populistas griegos sí que contribuyan a cambiar la eurozona, pero en un sentido muy distinto a como se lo habían propuesto. Vamos a una eurozona renovada, con una unión fiscal con más control y más disciplina, y en un plazo bastante corto. Es la lección griega. Los griegos tendrán que decidir si quieren formar parte de ella. El caso es que también lo tendremos que decidir nosotros, los españoles.
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