Alfonso Rojo
La ley de la tortilla
Es la vida misma, la condición humana. De las vueltas que dé la tortilla, unos son siempre huevo y otros, patata. Les digo esto para tranquilizarles, si para desgracia nuestra se cumplen los pronósticos de las encuestas y dentro de una semana nos despertamos con la noticia de que a los zarrapastrosos les salen las cuentas.
No creo que se abata sobre España semejante calamidad, aunque les confieso que no las tengo todas conmigo. Y por culpa de este PSOE, donde ha resucitado un fantasma llamado Zapatero y cuya única tribulación parece ser cómo organizar su propio funeral. Tengo un confidente en las alturas y me confesó ayer que el PP sube lentamente en los sondeos y que el 26-J sacará justo por encima del 30%. Quizá acierte, pero yo albergo la sensación de que esto se va a decidir «a los penaltis».
Para tranquilizarse, porque el ser humano no puede vivir permanentemente en la tensión del bombardeo, los «gurús» del entorno de Mariano Rajoy se aferran a la tesis de que habrá «sorpasso». Y concluyen de forma automática que al quedar terceros, los socialistas no van a apoyar la investidura de Pablo Iglesias, porque eso equivaldría suicidarse.
Dan por supuesto que a Pedro Sánchez lo fulminan la misma noche del recuento y que los barones encabezados por Susana Díaz optan por abstenerse, dejan que formen gobierno los populares y se ponen a hacer oposición, con la esperanza de que amaine la tormenta populista. Es un escenario verosímil, pero se me ocurren otros. No todos los dirigentes del PSOE son tan atolondrados como Sánchez, ni andan contando nubes como Zapatero, que hasta reivindica estos días su paternidad sobre el «podemismo», pero llevan muchos meses bailando al son que tocan el de la coleta y sus cuates y nada indica que no lo vuelvan a hacer.
¿Hay alguien que, tras observar el estropicio perpetrado en ayuntamientos como Madrid, Barcelona y Zaragoza o en regiones como Valencia, pueda afirmar con certeza que no se lanzarán al pastel si el maquiavélico Iglesias ofrece la presidencia del Gobierno al aturdido Sánchez? No es algo disparatado y tiene precedentes notables, como demuestra Ximo Puig, quien figura como presidente en Valencia y no decide ni el menú de su casa sin que le dé el visto bueno Mónica Oltra. Ojo al parche y no se olviden de votar. Si no lo hacen, tiempo tendrán de lamentarse aunque sean huevo y no patata, porque todos los ingredientes van a la sartén.
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