Enrique López
La libertad guiando al pueblo
La «Libertad guiando al pueblo» es un cuadro pintado por Eugène Delacroix en 1830, el cual representa una escena del 28 de julio de 1830 en la que el pueblo de París se alzó contra el monarca Carlos X de Francia, tras haber suprimido el Parlamento por decreto, adelantando su pretensión de restringir la libertad de prensa. De los iniciales disturbios se pasó a un levantamiento popular que desembocó en una revolución seguida por ciudadanos de todas las clases sociales. Delacroix representa a la «Libertad» como guía que conduce al pueblo, encarnada en una mujer que desnuda su torso portando la bandera francesa, una figura no solo alegórica, sino muy real y sensual. El cuadro representa a un pueblo unido exigiendo la libertad que un Rey les había arrebatado por decreto, pueblo unido en todas sus clases, y por ello pinta a un burgués empuñando un fusil junto a obreros de la época. A todos les unía la afrenta que el tirano rey había perpetrado contra la libertad política, forjando un sentimiento de unión de clases. A los pies de la mujer que representa la libertad aparece un ser moribundo que la mira como si quisiera transmitirle el sentimiento de que ha valido la pena morir por ella. El primer ministro Polignac junto al resto del consejo de ministros redactaron las Ordenanzas de Julio, cuatro ordenanzas que pretendían abolir la libertad de prensa, disolver la Cámara de Diputados, alterar el sistema electoral y convocar nuevas elecciones. Polignac creía que el éxito del golpe de Estado estaba garantizado, pero la prensa libre comenzó a llamar pueblo contra el Monarca y poco después tuvo que exiliarse de Francia. Esta gran historia representada en un lienzo nos demuestra que la democracia no pervive por sí misma, sino que se debe luchar todos los días por ella, y que, una vez asentada, sus principales enemigos no son ya los absolutistas, sino los que bajo la apariencia de demócratas aspiran a llegar al poder para instalar lo que llaman revolución que pasa por limitar las libertades de los ciudadanos, reprimir a la oposición e intentar crear un régimen permanente, tal cual ha ocurrido en Cuba, por ejemplo, o se puede pretender en Venezuela. Pero, como decía Lincoln, se puede engañar a todo el pueblo parte del tiempo y a parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo, y esto es lo que puede estar ocurriendo con el pueblo venezolano y lo que sucede en cualquier sistema democrático cuando alguien intenta valerse precisamente de la democracia para instaurar su revolución, eso sí, en nombre del pueblo, pero sin el pueblo. Más tarde o más pronto, el pueblo reacciona y arrumba estos modelos políticos tan adversos a la democracia y a la libertad. Todo ello lo hacen en nombre de una justicia social que, bajo un pretendido igualitarismo, trata de destruir al individuo y su tendencia al progreso individual, en el que este tipo de políticos no creen. No podemos olvidar como también decía Lincoln que «ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento».
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