Martín Prieto

La mala educación socialista

Fue muy publicitada la imagen del cojo Manteca rompiendo con sus muletas el mobiliario urbano frente al Ministerio de Educación, icono de las manifestaciones violentas contra las primeras reformas educativas de Felipe González urdidas por Maravall y Rubalcaba, lo que no ha sido óbice para que mastuerzos televisivos anunciaran con gran tachín-tachín la protesta parcial contra la nonata Ley Wert como la primera huelga general de la enseñanza desde la Transición. A Miguel Sebastián, ex ministro de Industria con Zapatero, supuestos universitarios le tacharon de esquirol al intentar cumplir su profesorado. Ya nos advierten desde fuera que finalizamos las carreras sin comprensión del lenguaje. Desde 1983 quien ha mandado de largo en España ha sido el PSOE, con aciertos, equivocaciones y hasta con ilícitos de sangre, pero a lo que se agarraron como a un clavo ardiente fue a la enseñanza y todo lo que la ha regulado es de su factura, hasta el analfabetismo funcional, la escuela como indisciplina, la evaluación como peaje del pobre, la excelencia tenida como elitismo, la cultura del esfuerzo como estresante y el rasero a los pies de los zotes o los indolentes para evitar el clasismo. Esperanza Aguirre y Pilar del Castillo intentaron infructuosamente frenar la mala educación socialista, pero no pudieron con la ideologización de la enseñanza culminada con la Educación para la Ciudadanía. Una campaña publicitaria vendía «jóvenes pero suficientemente preparados»: nada más que mercadotecnia de la que se deriva el lugar común de que nunca tuvimos generaciones mejor cultivadas. Serán las del botellón, porque no hay una Universidad española de referencia entre las cien primeras del mundo, e invertimos en educación más de la media europea con la resultante del mayor fracaso escolar. Por deficiente que resultara la Ley Wert(que aún no sido escrita) será un bálsamo para las tumefacciones recibidas por padres, profesores y educandos tras décadas de mala educación socialista.