Congreso de los Diputados
La marca del coche
El modelo no lo tengo claro, aunque será baratito, pero de la marca no hay duda alguna. Me refiero el coche con el que Pedro Sánchez pretende recorrer todos los rincones de España. El vehículo ha sido fabricado en la factoría Podemos.
Les confieso que hace tres días, cuando anunció lloroso que acababa de entregar el acta de diputado, me embargó la conmiseración. No fue una sentimiento de solidaridad, porque el personaje, muy en la estela de Zapatero, ha hecho un enorme daño a este país, pero sí de lástima.
Ver a un tipo tan grande, con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos, enternece, y me pareció mal que el personal se cachondease en Twitter.
No seré yo quien se sume al apaleamiento del vencido, pero les juro que se me han evaporado los buenos sentimientos. Me ha bastado repasar lo que soltó el ex secretario general del PSOE este domingo en «Sálvame» para reafirmarme en la tesis de que merece todo lo que le pasa que la pena es que no lo hubieran descabezado mucho antes. Soy de los que opinan que en Podemos y sus aledaños hay más pícaros que malvados, más caraduras que perversos, pero hay gente con la que no se puede ir ni a apañar billetes de 50 euros. Pues el «Gobierno de Progreso» por el que ahora llora Sánchez y que hubiera sacado adelante si en el PSOE no se hubieran impuesto «in extremis» los sensatos, incluía como figura clave a Gabriel Rufián; el tipo que fulminó con la mirada el socialista Hernando cuando solicitó la palabra para replicar a sus «expresiones de odio contra un partido que ha vertido sangre, sudor y lágrimas» para que el de ERC y otros como él pueden hoy hablar en el Congreso de los Diputados.
Y ese «Ejecutivo de Izquierdas» habría incluido a elementos como Ramón Espinar, que suena ridículo cuando afirma que ellos, los de Podemos, son «los hijos de los obreros que la derecha española no pudo matar», siendo su papa uno de los jetas de las «becas black», pero que no genera risa alguna cuando aplaude, junto a Iglesias, Errejón, Montero y demás compinches a los proetarras de Bildu, a los mismos que han llegado a pedir homenajes para los asesinos de la T-4. No es sano desear el mal ajeno, pero me alegraré bastante si el coche de Sánchez se gripa en la primera cuesta o se pincha antes de arrancar.
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