María José Navarro
La media
Ha salido de nuevo el Eurobarómetro, un invento del diablo que, desde mil novecientos setenta y tres, trata de medir las diferencias entre los ciudadanos que vivimos en esto tan moderno que se denomina los «estados miembros». Las encuestas que realiza la Comisión Europea quieren analizar cómo nos desenvolvemos en cada país ante los grandes asuntos que importan o interesan a las personas, esto es, la actualidad, los problemas sociales, la salud, la cultura o el medio ambiente. Adivinen qué he escogido para mi esperpento de hoy. Lo han adivinado: lo más chorra. Dice esta gente tan sesuda que en el norte de Europa se hace muchísimo deporte mientras que en el sur lo vemos por televisión. Si sólo fuera eso lo que nos separa de los suecos, finlandeses o daneses aún podríamos darnos con un canto gordo en toda la dentadura postiza. En Suecia, que es como otro planeta, la tasa de personas que no hace nunca deporte es minoritaria; sólo alcanza el nueve por ciento. En Finlandia sube al quince y en Dinamarca es del catorce. En España, agárrense, uno de cada dos ciudadanos no hace ni el muerto en el agua. No son buenos datos, ojo, pero tampoco son los peores. Rumanos, italianos, malteses y búlgaros se tocan literalmente un pie. Y sin embargo, ¿han visto Vds de cerca a un rumano, a un búlgaro, a un maltés? ¿Han mirado fijamente a los ojitos a un italiano? ¿De verdad necesitan hacer gimnasia o algo? ¿No se podría hacer una media ponderada? Si los del norte corren, y saltan, y nadan, ¿no me pueden compensar a mí que sólo me doy prisa en las «Happy Hours» de los bares? ¿Ein?
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