Acoso sexual
La mentira
Hay una chica gallega de diecinueve años que ha mentido. Dijo que su caso había sido casi un caso parecido al de La Manada. Dijo que había sido víctima de supuestos abusos sexuales a la salida de una discoteca. Nunca se pudo comprobar que fuera cierto. Nunca se pudo constatar que los testigos existieran. Y, finalmente, confesó que se lo había inventado. De mi parte todo mi desprecio y mi dolor porque de ella será nuestra mierda venidera. Porque de ella serán las excusas que pongan los tipos que quieren cargarnos con la post verdad de las denuncias falsas. Hay una mantra fabuloso que consiste en decir que la mayoría de los casos que acaban en comisaría son mentira. Que hay muchísimas mujeres que se dedican a amargar a sus ex parejas a base de contar que les tocaron la carita. Que en realidad ellas eran unas hijas de perra que les hacían la vida imposible y que ellos eran unos querubines, divinos ellos, unos encantos en cuanto abrían la puerta de la casa común. Detesto lo que ha hecho esta chica. Lo detesto porque servirá para que en todas las tertulias de sabiondos de Google estarán esperando en que la anécdota se pueda convertir en categoría. Y les encanta. Lo detesto porque en esa zona gallega seguramente muchas familias las habrán pasado putas al desconfiar de sus hijos, de sus sobrinos, de sus nietos. Ya está, parece que no fue verdad y lo supimos rápido. Pero les digo: crean en la justicia, crean en lo que nos hemos dado para reforzar nuestro sistema, crean que en que casi ninguna trola cuela. Por eso es que detesto pensar en lo que va a ocurrir. Y lo sé. Va a pasar que los casos como el de esta chica gallega nos van a pegar un tiro en el pie, nos van a deslegitimizar, nos van a convertir en sospechosas a todas las que en algún instante arqueemos una ceja. Ese caso es titular en los periódicos por encima de una violación real. Esa mentira nos mata y una verdad no nos favorece. Hay que joderse. Sólo me gustaría decirles que yo antes era una mujer que creía que la igualdad me la soplaba. Ahora no puedo escribir de otra cosa que no sea esta. Por lo sufrido, por lo observado y por lo vivido. Suerte, chicas, que está la cosa jodida.
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