César Lumbreras
La naturaleza no perdona
«Dios perdona siempre; el hombre algunas veces; la naturaleza jamás». Ésta es la advertencia recogida en un gran cartel situado en la pared de una iglesia de Lima, donde estos días se ha celebrado una más de las múltiples cumbres que de un tiempo a esta parte se suceden por doquier. En este caso se trata de la llamada COP20 o la 20 Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El objetivo era poner las bases del gran acuerdo al que se pretende llegar dentro de un año en París, que sustituya al vigente, y obsoleto, Protocolo de Kioto, para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero y evitar que las temperaturas sigan subiendo. A la hora de escribir esta columna, las espadas seguían en alto y se desconocía cómo iba a terminar «esto», mientras se intensificaban las negociaciones.
Al final, como casi todo, se trata de un asunto de dinero. En un lado, gran parte de los países desarrollados diciendo que hay que recortar las emisiones de esos gases. Del otro, los que están en vías de desarrollo, argumentando que vale, pero que eso hipoteca su crecimiento económico y su bienestar futuro, por lo que quieren «pasta» de los ricos a cambio de controlar y bajar sus emisiones nocivas; además, insisten en que la situación actual se debe a la contaminación generada por las naciones del primer mundo desde la Revolución industrial y no a la suya. Total, que los unos por los otros, la casa sin barrer y si se cumple lo que reza la citada pancarta, vamos a tener un grave problema cuando la naturaleza pase su factura y se la cobre.
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