Elecciones Generales 2016
La otra cloaca
Lo primero que debe indignarnos es que se haya grabado en su despacho al ministro del Interior del Gobierno de España. Punto. Sin embargo, aquí lo que se pide no son investigaciones sobre nuestra seguridad y la guerra sucia que la pone en peligro por intereses nauseabundos, sino que se dirige el foco al espiado, que debería ser si acaso el segundo capítulo, si es que hay algo de lo que deba dar explicaciones el ministro, de este folletín gótico, terrorífico y vergonzante. O sea, anteponen una treta electoral al cierre de filas junto a una institución de tanta trascendencia. Claro que resulta que el Gobierno es del PP y eso pone a la tribu mediática encendida como gata en celo. Pásalo. O piensas como ella o eres poco menos que un gacetillero que toma al dictado un argumentario gubernamental. Qué grandes profesionales de la investigación que no exigen de inmediato la dimisión como secretario general de Pablo Iglesias por los indicios de la financiación de Podemos. Qué grandes candidatos que solicitan el cese menos el de ellos mismos, salpicados también por el ventilador del basurero.
Las cloacas existen en todos los Estados, y quien no sepa de ellas no es de este mundo o vive en la ignorancia consentida. Bien las conocían Rubalcaba y Felipe González, y David Cameron, el otro protagonista del día. Sólo faltaba que los cancilleres de Europa retransmitieran sus reuniones en «streaming». Pero esta cloaca de la cloaca, que es lo que vienen a ser las filtraciones, quiere servir de ariete para un golpe de mano en las elecciones del domingo, deja tal mancha sobre la conciencia que pareciera todo el cerebro putrefacto. En cada esquina se aposta ya un delator que esparce mierda para la competencia, y todos se llevan las manos a la cabeza como señoritas indignadas. Eso es en España el sentido de Estado: un capítulo de «House of Cards». Iglesias aspira a conseguir el «sorpasso» de la villanía cuando pone en cuestión la seguridad del 26-J, como avivando un pucherazo. A Sánchez ya le han advertido los suyos de que algún socialista puede aparecer en los audios. Para rematar, el director de la Oficina Antifraude catalana señala a Rivera. Ridículos.
Las grabaciones ya son palabra de Dios. Las que han salido y las que están por editar. Hay que cobrarse la pieza y rematarla como haría un perro hambriento. Nos aguardan todavía dos días en el infierno antes de que empiecen a bailar con el demonio. Y claro que quiero saber. En primer lugar, quién ha tramado la encerrona, por qué facilita un material tomado de manera ilegal en vísperas de los comicios, qué pretende, quiénes son sus compinches. Y luego, sin oír frases fuera de contexto, si las conversaciones tuvieron trascendencia jurídica. Sin embargo lo que oigo son rebuznos ante las alcachofas. Independentistas que hablan de conspiración cuando eran ellos los que conspiraban en una espiral desleal. El mundo al revés. Los ministros cambian pero el Estado permanece. Así debería ser. Se trata de defender lo segundo siquiera de vez en cuando.
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