Ciclismo
La pájara
Antes de enfrentarse al Tourmalet, el Madrid calentará piernas en un puerto de tercera y otro de segunda, Levante y Real Sociedad, respectivamente. Pero, ojo, que la pájara puede aparecer en cualquier cuesta, si bien la escalada en Mestalla, con esa cima de primera que es el Valencia, culminó con apoteosis y un pedaleo próximo al de las mejores jornadas; aunque sin alharacas, que la euforia es traicionera. Si las sensaciones son buenas, hay que explotarlas y parece que la escuadra de Zidane las ha recuperado en un momento crítico, ahora que en el horizonte asoma la cúspide del PSG, el gran reto de la temporada. Lo que parece totalmente descartado es el acoplamiento a la rueda del Barça, que en la Liga compite como si disputara otra carrera y en la Copa refrenda un pecado capital que, por ahora, no le condena: casi la mitad de su público ha dejado de ir al Camp Nou. ¿Será que hay simpatizantes del club que sólo quieren divertirse con el fútbol y están hasta la barretina de lazos amarillos, consignas políticas y gritos de independencia?
La mezcla de política y deporte puede resultar un combinado explosivo, tan catastrófico como la elección de la rueda equivocada en ciclismo. En el Tour de 1983, el del retorno de los españoles, Ángel Arroyo opositaba al maillot amarillo. Pero no acertó. En la jornada del Peyresourde, decidió seguir a Zoetemelk (37 años) porque le conduciría en volandas a la gloria de París. Por ir a rueda del holandés, no entró en la escapada en la que se metió Perico Delgado, que aquella jornada se ganó el apelativo de «Le Fou», «El Loco de los Pirineos», por bajar los puertos encima del manillar. La etapa la ganó Robert Millar, Perico fue segundo y cuando Arroyo se percató de que el veterano Zoetemelk estaba reventado ya había perdido el Tour, que ganó Fignon. El Madrid depende de sí mismo.
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