María José Navarro

La turista

Los vecinos de Carboneras se manifiestan a favor del Algarrobico. Los de Canarias lo hacen en contra de Repsol. Es curioso porque los argumentos que podrían ser a favor de uno de los proyectos podrían servir para el otro y sin embargo se usan al contrario. El Hotel Ataza contribuiría según sus defensores, a reavivar la economía de la zona, crear puestos de trabajo, y promover un turismo de familia, basado en la concentración de servicios y la practicidad. Todo junto, unido, fácil, a pie de playa. Los que desdeñan las intenciones de las petroleras en las islas dicen que sería al revés: alejaría a los visitantes, se cargaría la declaración de Reserva de la Biosfera de Fuerteventura y Lanzarote acabaría con la economía de servicios turísticos de la zona. En Almería están a favor de terminar con la característica única y singular del Cabo de Gata. Carboneras tiene declarado espacio protegido el ochenta por ciento de su territorio. Quiere sacrificar ese veinte por ciento restante y parece que la peña está a favor. En Canarias piden todo lo contrario. Que se mantenga a pesar de los presumibles beneficios económicos. Que se perderá riqueza turística si se llega a encontrar petróleo. Una, que es poco viajada pero amante del Cabo de Gata y de Canarias, cree que cuando va al Parque Natural que depende de Níjar lo hace a sabiendas de que no encontrará un hotel como el Algarrobico. Y cuando baja a Canarias lo hace a conciencia de no encontrarse una plataforma cerca. No soy una experta. No soy una científica. No tengo ni idea. Sólo soy una turista. Pero a esta edad provecta ya miro dónde, cómo y por qué. Ahí queda.