César Lumbreras
La vuelta de Bono
Bono ha vuelto, si es que alguna vez se ha ido. Cuentan desde Toledo que lo manda y lo influye todo en el nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha. La verdad es que el modelo se repite. Durante los muchos años que estuvo al frente del Ejecutivo de esta Comunidad Autónoma, uno de los ejes de la gestión de Bono fue enfrentarse al Gobierno central, tanto si era del PSOE como del PP, en asuntos que elevó a la categoría de emblemáticos. No se puede olvidar su «lucha» hasta que consiguió que Cabañeros fuese declarado parque nacional, evitando así que se convirtiese en un polígono de tiro, o su empeño en que todas las capitales de Castilla-La Mancha estuviesen comunicadas con la red del AVE, cosa que también consiguió, o la pelea en materia de política de aguas. Pues bien, el nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha, presidido por Emiliano García Page, ya tiene su primer símbolo o emblema. Se trata del rechazo a la construcción del almacén nuclear en la localidad conquense de Villar de Cañas. La batalla ha estallado durante los últimos días y promete convertirse en uno de los culebrones de este mes de agosto y de lo que resta de legislatura. Pero no será la única confrontación con el equipo de Mariano Rajoy, porque a la vuelta de las vacaciones nos esperan escaramuzas varías en política de agua, coincidiendo con la aprobación del segundo ciclo de planificación hidrológica. Estamos ante dos asuntos donde las razones del corazón y de los sentimientos priman sobre las razones de la razón. El antiguo presidente del Congreso lo sabe y como además es especialista en crear asuntos-símbolo, ya se aplica a ello con denuedo. Bono está de vuelta, pensando, y García Page ejecutando.
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