Tomás Gómez
Las flores, las velas y las armas
El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero cometió errores, como todos los presidentes de Gobierno. Quien se ve en la necesidad y la obligación de tomar no pocas decisiones a diario, sin duda, termina equivocándose en algunas de ellas.
La política es injusta, pero el tiempo termina poniendo las cosas en su sitio. El ex presidente Zapatero recibió numerosos e incisivos ataques por su iniciativa de mayor autogobierno en Cataluña. Sin embargo, estaba poniendo el dedo en la llaga de un problema muy complejo, que hoy colma la preocupación de la mayoría de españoles. Quizá si el Estatut no hubiese sido recurrido, hoy no estaría el Gobierno ante la necesidad de barajar como posibilidad la aplicación del artículo 155 de la Constitución eEspañola.
También se criticó con dureza la iniciativa que llamó Alianza de Civilizaciones. Un intento de recortar distancia con el mundo islámico a través de la cultura, la reflexión y el diálogo. Hoy suenan estridentes aquellos ataques con la difícil situación que atraviesa el mundo occidental.
Hay quien sigue anclado en los errores del pasado. El Sr. Margallo, hace pocos días en una entrevista, afirmó que EE UU dispensó durante años un mal trato a España como consecuencia de la salida de las tropas de Irak y que eso hace considerar tal decisión como un error.
El ministro es una persona formada e inteligente, pero no es infalible y también desliza errores. No se espera de un ministro del Gobierno de España que establezca un debate televisivo con un independentista, porque no están al mismo nivel. Tampoco se esperaba del Sr. Margallo una posición tan alejada de la razón y tan sometida intelectualmente a EE UU, incluso cuando la primera potencia no tiene la razón.
A poco que nos esforcemos, recordaremos que al mismo tiempo que el ex presidente Zapatero retiraba las tropas y las devolvía a España, un tal Barack Obama defendía, de atril en atril y de ciudad en ciudad, el fin de la guerra de Irak. Tiempo después, la Sra. Clinton terminó reconociendo que la política internacional de las potencias occidentales, y en concreto de EE UU, en Oriente Medio ha tenido consecuencias nefastas. Hoy vivimos las consecuencias de las decisiones de armar a Irak frente a Irán o el pulso a Rusia rearmando algunos territorios de la zona.
No sabemos si el Gobierno norteamericano ha castigado durante años al pueblo español por la toma de una decisión soberana, pero lo que sí sabemos es que a veces una herida termina convirtiéndose en un motivo de dignidad y de orgullo.
Si a EE UU le pareció mal la posición española a mediados del año 2004, hoy les pasa lo mismo con la suya en la guerra de Irak y, por tanto, debería reprobar las represalias que se tomaron entonces contra nuestra patria.
Oriente Medio está totalmente desbocado, el problema palestino se hace eterno, el futuro turco es más incierto que nunca y la acción militar en Siria plantea muchos interrogantes. Con una visión exclusivamente militar y defensiva ante los ataques terroristas, Europa fracasará. Se han cometido muchos errores durante muchos años y ahora es preciso tener muchos aciertos durante mucho tiempo.
Ha conmovido a la opinión pública un vídeo en el que un medio de comunicación francés grababa la conversación entre un padre y su hijo pequeño a las puertas de la sala de conciertos Bataclan. Al ser preguntado el niño por su ánimo después del atentado, expresa su convencimiento de que tendrán que irse de Francia para protegerse y no entiende cómo se puede combatir la violencia de los terroristas con las flores y las velas que están depositando miles de parisinos. El padre conversa con el niño delante de la cámara, le asegura que no tendrán que abandonar su casa y termina convenciéndole de la fuerza que tienen las flores y las velas para hacer frente al mal.
He visto el vídeo varias veces y rebosa sentimiento, calma y la protección de un padre a su hijo. Pero lo que realmente conmueve es la luz de esperanza que proyectan las palabras de un niño que llega a entender mucho mejor y más rápidamente que muchos de nosotros, adultos, que la paz es la mejor arma contra la guerra.
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