Cataluña

Las sirenas y los independentistas

Las sirenas de la mitología griega tenían una inmensa dulzura y su música atraía a los barcos de marineros. Estos quedaban prendados y saltaban del barco para poder escuchar mejor, pereciendo ahogados en las aguas.

Para evitar su influjo, Ulises ordenó que todos los hombres de la nave se tapasen los oídos con cera para no escuchar el canto de las sirenas y él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. Ordenó que, viesen lo que viesen y por mucho que él suplicara, no le desataran del mástil.

Al pasar por las sirenas, Ulises imploró que le soltaran, pero los marineros, cumpliendo las órdenes, no lo hicieron.

Cuando la campaña electoral se mueve en torno al miedo al adversario, los líderes políticos evitan tener que hablar de lo que quieren hacer para no perder votos.

Eliminan debates como lo que ha hecho Pablo Casado con el aborto, evitando un enfrentamiento entre las posiciones abolicionistas y las que defienden no tocar la ley actual. Así, frena la fuga de votos a Vox, su enemigo más peligroso y, al tiempo retiene a los votantes más liberales que verían en Ciudadanos una opción.

Pero no es el único. Llamó poderosamente la atención que en el programa del PSOE se pasase de puntillas por la cuestión catalana. Uno de los asuntos centrales de la política española podría haber ocupado alguna de las 110 medidas propuestas por el líder socialista, entre otras cosas, porque los partidos nacionales están obligados a tener políticas en todo y cada uno de los problemas que tiene el país.

Ha sido objeto de críticas, tanto por la derecha, como por el independentismo. Desde las posiciones conservadoras se ha afeado que los socialistas hayan llegado al gobierno con el apoyo de los partidos separatistas con los que han mantenido conversaciones durante meses y ven, en la ausencia de propuestas, una ocultación de intenciones.

Por su parte, los secesionistas han criticado lo que han llamado “invisibilidad de Cataluña”, en un intento de hacer ruido y colocar el independentismo en el debate nacional para rascar votos en la región catalana.

Sin embargo, Iceta ha agrietado esa burbuja de silencio cuando ha afirmado que “si el 65% de los catalanes quiere la independencia, la democracia deberá encontrar un mecanismo para encauzar eso”. La proclama tiene más calado de lo que parece porque algo que olvida Miquel Iceta es que la posición socialista, al menos hasta la fecha, era la de no reconocer la autodeterminación de un territorio perteneciente al Estado español.

No estaría de más una aclaración por parte del líder catalán, porque alguien malintencionado podría interpretar que es favorable a un referéndum para “medir” cuántos catalanes quieren independizarse.

Por otra parte, aclarar estos extremos es bueno porque, de lo contrario, podría llegar una circunstancia en que se necesitase el apoyo de los independentistas y estos podrían plantear exigencias.

Al igual que Ulises, es mejor curarse en salud y comprometerse con los españoles hasta donde se puede llegar.