Julián Redondo
Las varas de medir
A falta de la decisión del TAD, el «caso Villar» está visto para sentencia y huele a inhabilitación a kilómetros de distancia. Hay serias dudas, además, de que el «primo de Zumosol» –la FIFA– vaya a acudir en esta ocasión en auxilio de su vicepresidente porque las acusaciones son de armas tomar, y no están los hombres del imputado Joseph Blatter para dar ejemplo o exigir responsabilidades más que discutibles.
Después de escudriñar en los libros contables de la RFEF, el Consejo Superior de Deportes ha soltado la correspondiente carga de profundidad junto a otro explosivo de menor calado. El mismo día ha enviado al TAD sendos expedientes de las federaciones de Fútbol y de Baloncesto que ponen en un brete a sus respectivos presidentes, Ángel María Villar y José Luis Sáez, pero más encarnizadamente en lo que respecta al primero, enjaulado por las finanzas y los tejemanejes de JP, que no es Morgan, y que, según todos los indicios, van a concluir en su inhabilitación y, por tanto, no podrá presentarse por octava vez a las elecciones previstas para el 22 de abril.
El CSD le acusa, también a JP, pero no a Jorge Pérez, el secretario general que quiere suceder a Villar, de «adulterar gravemente la competición» y de tratar parcialmente a sus asociados. De tal manera que presidente y vicepresidente de la RFEF están en trámites de ser despedidos por el TAD a causa de los favores –préstamos–hechos al Recreativo y al Marino. Al describir las causas del expediente a Pepe Sáez, el CSD no ha sido tan severo, acaso porque este último ha convocado elecciones anticipadas y se descarta como candidato.
Acaso, también, porque el encuentro entre Cardenal y Sáez en la sede del Consejo, con posible almuerzo incluido, ha dejado una puerta abierta al extremeño, pese «a la imputación de gastos particulares, a las cuentas de la Federación, aunque hayan podido ser compensados». Si Villar no se hubiera enrocado, las varas de medir podrían ser idénticas.
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