Presidencia del Gobierno

Lo mejor para el PSOE

La Razón
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En el debate de investidura no ha habido ninguna sorpresa, a la vista de las posiciones que han mostrado los diferentes líderes. Ninguno ha desvelado qué ocurrirá a partir de ahora, ni cuáles son sus objetivos. Pero en los últimos tiempos para saber lo que realmente dicen los dirigentes políticos hay que leer sus silencios. El silencio sobre los siguientes pasos a dar por el líder de los socialistas y su negativa a convocar a los dirigentes territoriales en un Comité Federal que marque la posición del PSOE dan crédito a lo que la mayoría del partido teme: que el Sr. Sánchez quiere nuevas elecciones.

El rechazo a unas nuevas elecciones tiene decenas de argumentos pero bastaría con escuchar lo que los ciudadanos opinan. La línea roja que han traspasado todos los partidos políticos es la paciencia de la sociedad española. Sin embargo, desde algún rincón de la dirección del PSOE se ha articulado un discurso con el que dirigirse a sus dirigentes y militantes. Y se resume en que es bueno para el PSOE que se celebren elecciones.

Los que defienden este escenario confían en que unos nuevos comicios supondrían una importante caída de Podemos y una leve mejoría socialista, que se vislumbra como la esperada «remontada». El mensaje externo requiere un poco más de refinamiento y una operación táctica para evitar aparecer ante los ciudadanos como el responsable de unas nuevas elecciones que nadie desea.

El mensaje a los españoles se articularía de diferente manera. La investidura fallida del Sr. Mariano Rajoy pone al descubierto la incapacidad del PP para formar gobierno. En ese momento, el candidato socialista debería ofrecerse para intentar «evitar nuevas elecciones», realizando una prospección de acuerdo con Podemos y, posteriormente, con Ciudadanos. Es evidente que ese pacto no tiene prácticamente probabilidades de prosperar, con lo que no hay más camino que las indeseadas elecciones.

Se embarga que la estrategia salga a la luz pública hasta después del proceso vasco, en el que un hipotético acuerdo de PSOE con PNV facilitaría las cosas, en el sentido de que alejaría al PP de La Moncloa.

Muchos estamos seguros de que el secretario general del PSOE nunca haría algo así, porque si alguien tuviese en la cabeza un escenario como el descrito tendría un déficit de responsabilidad considerable y eso no es la cultura ni la tradición socialista. Sería sinónimo de anteponer intereses personales, en forma de supervivencia al frente del PSOE, frente al interés general de un país que empieza a no soportar a sus dirigentes políticos.

Además, nuevas elecciones serían definitivas para terminar de destrozar al PSOE, y eso no lo merece un partido centenario al que muchas generaciones han dado vida. El desarrollo de una estrategia semejante no sólo rompería internamente la organización, sino que le ocasionaría un agujero electoral del que no se podría recuperar. La responsabilidad del líder de los socialistas es con España, pero también con el PSOE. Siempre que le ha ido bien a España le ha ido bien al PSOE y cuando han ido las cosas mal, han ido mal para los dos. Entonces, no hay lugar a dudas a la hora de buscar objetivos.

La parte de la economía que estudia las organizaciones trata de discernir si coincide lo que es mejor para los accionistas de una empresa y lo que es mejor para sus directivos. Evidentemente, en caso de discrepancia de objetivos deberían primar los objetivos de los accionistas. Si el Sr. Sánchez pensase que lo mejor para España y para el PSOE (e incluso viceversa) es ir a unas terceras elecciones, debería quedar claro a toda España que no responde a sus propios intereses. Pero eso es algo que sólo se puede demostrar dejando el liderazgo del PSOE a otra persona y no presentándose como candidato. La contrapartida es que si no lo hace, todas las evidencias nos conducirían a una interpretación dañina para el socialismo.