Angel del Río
Los alcaldes también lloran
«El hijo de la secular emigración, es hoy alcalde de Madrid». Palabras emocionadas de Juan Barranco, jienense de nacimiento, el día en el que tomó posesión de su cargo como alcalde de la capital de España, en sustitución del recién fallecido Tierno Galván, el viejo profesor que cariñosamente le llamaba «Juanito Precipicio», y que terminó siendo para él algo más que el hombre que daba la cara de gobierno en el Ayuntamiento: se convirtió en uno de su familia, de tal manera que fue el primero al que le comentó que tenía que ser operado de un cáncer que le llevaría a la muerte. La segunda vez que vi llorar a Barranco fue en la capilla ardiente del viejo profesor, en el momento en el que Alfonso Guerra, le dio una palmadita en el hombro y le animó a hacerse cargo de la alcaldía. La tercera vez, en septiembre de 1987, cuando en el incendio de los Almacenes Arias, uno de los 10 bomberos fallecidos, era un vecino de Vallecas, al que Barranco había ayudado a llegar al puesto y que debutó como bombero el día del fatal siniestro.
Conocí a Barranco, cuando siendo mozo ya empezaba su actividad política en Vallecas, su barrio y el mío, pegando pegatinas convocando a huelgas y manifestaciones. Era auxiliar administrativo de banda. Luego fue, junto a José Acosta y Joaquín Leguina, el impulsor de la Federación Socialista Madrileña, de la que hasta ahora ha sido presidente. El senador más votado en dos de las cuatro ocasiones en las que consiguió escaño; diputado nacional en cuatro legislaturas, diputado regional, concejal, pero sobre todo, alcalde de Madrid, en tiempos revueltos, por la muerte de Tierno. Ganó las elecciones de 1987, pero perdió la mayoría absoluta. Ante el estado de ingobernabilidad del Ayuntamiento, intentó una operación política de captación de tres concejales del CDS para incorporarlos al gobierno municipal, y de esta manera alejar el fantasma de una moción de censura, pero dicen que la política tiene más trampas y argucias que una película de chinos, y falló el intento, lo que dio lugar a que fuera desbancado del sillón de alcalde en 1989, y en su lugar se sentó Rodríguez Sahagún. Desde entonces el PSOE no ha vuelto a ganar las elecciones en Madrid, y ésta es una espinita que lleva clavada en su corazón político, sin que se haya convertido en frustración persdonal. Con la retirada de Barranco se jubila un político trabajador, coherente, honesto, que ha sufrido en silencio algunas hemorroides políticas dolorosas en su partido. Fue un alcalde esforzado y entusiasta en un momento donde sustituir a Tierno no era un caramelo. El hijo de la secular emigración, vallecano de adopción, anuncia que deja la política activa, el mismo día en que se recordaba el 29 aniversario de la muerte de Tierno, pero en todos quienes le conocimos en la corta distancia, permanecerá su ejemplo de vocación a una idea de servicio público y su entrega a Madrid.
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