Paloma Pedrero
Los ex
Hay un momento en la vida en el que ya sólo te quedan ex. Si no tienes una pareja presente y has tenido varias en el pasado es innegable. Se hace más claro todavía cuando vives sola y no deseas volver a enamorarte. Mejor dicho, no descartas un milagro. Porque no hay nadie que te guste, porque no hay a nadie a quien le gustes, porque no lo necesitas, porque sólo de pensar en vivir otro ciclo amoroso te agotas.
Un ángel, quizá si apareciera un ángel o un extraterrestre. Esa sería la única posibilidad y, desde luego, ese encuentro nunca acabaría en matrimonio.
Esos seres no pueden casarse. Así que cuando yo hablo de amores galantes son todos ex. De casi todos ya ha pasado tanto tiempo que los recuerdo con ternura y, a veces, cuando tengo insomnio, hago balance de lo que me dieron en su momento. Es hermoso, a mí me funciona de maravilla como somnífero.
Por ejemplo, mi primer novio me enseñó lo que era el amor; así de sencillo. Y estoy convencida de que esa experiencia ha sido fundamental para mi medio equilibrio psicológico de toda la vida. Mi segundo ex, en cambio, fue mi maestro del desamor. Con él descubrí que había enamoramientos destructivos que alimentaban la neurosis; cuando quiero dormir a éste me lo salto. Mi tercera pareja me introdujo en el mundo de la literatura. Mi cuarta en el espiritual. Mi quinta en el de la maternidad. No está mal, ¿verdad?
Mis hombres, en general, han sido fuente de dicha y conocimiento y, a nuestra manera defectuosa, nos hemos amado. Los tramos finales prefiero no recordarlos. Por si aparece un ángel.
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