José María Marco
Los nuevos políticos
Los caminos del PSOE hacia la hegemonía en la izquierda, un asunto muy bien explicado por Toni Bolaño ayer en estas páginas, son a veces tan misteriosos como los del Señor. O más. En Madrid, sin ir más lejos, la candidatura del PSOE no era el dúo socialista Carmona – Gabilondo, sino otro formado por Gabilondo y Carmena. Fue así como la candidata de Podemos se hizo con el voto de la izquierda ilustrada y de alta gama para la que Carmona era poca cosa, un tertuliano sin pedigrí. (En cuestiones de clase, la izquierda es implacable.) Se pudo sospechar algo durante la campaña electoral, pero el asunto ha quedado bien claro con el cese de Carmona al frente del equipo socialista municipal.
La maniobra recuerda la de Mas, de elevadas pretensiones maquiavélicas, con sus socios de izquierda. Pone sobre el tapete los enfrentamientos de la antigua Federación Socialista de Madrid con el aparato federal del PSOE. Si Pedro Sánchez consigue acabar con ellos, habrá demostrado que tiene madera de líder. Ni siquiera Felipe González pudo con las turbulencias madrileñas. No está claro que Sánchez lo consiga, aunque las amenazas más serias vienen ahora de otro sitio.
Para acabar con el PP en la alcaldía de Madrid, el equipo de Pedro Sánchez aceptó de partida un resultado flojo, por debajo del que iban a conseguir, con su ayuda, sus propios rivales –coaligados de Podemos–. Ahora le hace falta mantener un equilibrio que no rompa la coalición que ha devuelto la alcaldía a la izquierda, pero que le permita ir recuperando el terreno cedido. Por el momento, va consiguiendo las dos cosas. Parte del resultado depende del comportamiento del equipo municipal de la alcaldesa, difícil de prever dada su volatilidad ideológica y su gusto por la provocación.
Cuanto más sobreactúe el equipo de Carmena, más podrá el PSOE aducir su experiencia y su «centralidad», como se dice ahora, para reafirmar su naturaleza de partido de gobierno, perdida en tiempos de Rodríguez Zapatero. Aquí lo que llama la atención es la disposición de Manuela Carmena y de Podemos para participar en una maniobra propia no ya de la política antigua, sino de la de siempre. Los recién llegados, con aire de renovadores, no han tardado en demostrar que están dispuestos a actuar como profesionales políticos ejemplares, como también se dice en estos tiempos. Antes que nada, la política es el arte de hacerse con el poder.
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