Manuel Coma

Los tentáculos de Al Qaeda

No aparece ninguna luz en el conflicto sirio porque no se vislumbra el final del túnel. El reciente secuestro, al este de Damasco, de varios activistas de derechos humanos por alguna facción rebelde es una desgraciada muestra de algo que no necesita ser demostrado en el mar de desgracias que asuela al país: también los opositores al régimen están divididos entre sí y los más radicales han ido arrumbando a los que podrían parecer relativamente moderados. Al mismo tiempo, el hecho de que militantes alineados con Al Qaeda, se lancen al asalto de Ramadi y Faluya, las dos ciudades que más vidas americanas costaron durante la guerra Irak, en la provincia más suní del país, pone de manifiesto el carácter transnacional de las luchas que desgarran ambos países y las grandes posibilidades de expansión de una guerra que está ya conmocionando Líbano y sacudiendo Jordania. Las raíces de todo ello son totalmente locales, pero las oportunidades para que los incendios se expandan y se fusionen en un gran pandemónium tienen mucho que ver con la inhibición americana. Obama quiso hacerse querer en Oriente Medio con un ejercicio de autoflagelación a cuenta de su predecesor y lo que está consiguiendo es quedarse sin amigos en la región y ser despreciado por todos a partes iguales. La retirada total de las tropas americanas, cuyos resultados están a la vista, fue un acto de voluntad propio, altamente ideológico, no producto de la presión iraquí, y su apoyo de facto a Asad con ocasión del aciago embrollo de las armas químicas, tras proclamar durante dos años que tenía que marcharse y que se iría, no son ningún modelo de éxito en política internacional. Lo peor es que el deterioro va a más. Las negociaciones con Irán sobre su programa nuclear se están revelando mucho menos concluyentes y más vidriosas de como nos la presentaron hace unas semanas y están estrechamente vinculadas al marasmo sirio. Obama necesita confinar el peligro iraní, preferiblemente hasta el final de su mandato, pero perentoriamente hasta las elecciones de noviembre, que ya el desastre de la puesta en marcha de su flamante reforma de la sanidad se la han puesto bien difícil. El verdadero trato con Teherán es dejarle cancha libre en Siria, a cambio de algunas concesiones que exhibir en el tema nuclear. Puede perder en los dos tanteos.