Política

Enrique López

Mahoma también lloró

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Esta semana ha vuelto a actuar la barbarie yihadista, y en España de esto sabemos bastante por desgracia. La libertad de expresión es concebida como un derecho de carácter preferente, puesto que es consustancial a la democracia y al pluralismo político, y como tal también se convierte en un factor de integración al servir como un buen instrumento en la defensa del multiculturalismo y de la libertad religiosa. Nuestras sociedades también aseguran el diálogo y el respeto a las ideas como pilares esenciales de la convivencia, y no podemos permitir que ningún fanático los ponga en peligro. Por ello este atentado terrorista, al igual que el que sufrimos en España, intentan lesionar gravemente nuestros valores democráticos y culturales. Ha llegado el momento de entender esta amenaza, mucho más organizada de lo que se cree, en su verdadera dimensión, y reaccionar frente a la misma. Debemos examinar las armas que nos ofrece el Estado de Derecho, y reforzarlas para responder con mayor eficacia. Para ello se deben tipificar nuevos delitos, como por ejemplo el adoctrinamiento pasivo, que permitan adaptar la respuesta penal a este nuevo rostro del terrorismo; además, es necesario que esta respuesta se dé en todos lo ordenes, y revisar algunas decisiones de nuestros altos tribunales españoles y europeos, las cuales, a veces, dificultan la investigación y enjuiciamiento de este tipo de delitos, generando una suerte de desconfianza sobre la policía y sus actuaciones. Debemos ser contundentes porque nos atacan donde más nos duele, a través de nuestro sistema de garantías, y por ello la democracia debe reforzarse para no perecer. No olvidemos su frase preferida: «Os venceremos gracias a vuestros derechos y os gobernaremos con nuestras leyes». No tenemos margen para frivolidades, y mucho menos para establecer vergonzosas y repugnantes posturas equidistantes. Debemos defender nuestro sistema democrático frente al fanatismo.