Julián Redondo
Maneras de ganar
Perdía el Getafe 0-3 cuando descubrió a Casillas, que en partidos así tendría que pagar entrada como un espectador más. El Madrid sentenció con tres goles precedidos de tres centros medidos y, uno de ellos, de un lujo de Benzema para rebajar los niveles de ansiedad de Cristiano Ronaldo. Luego aprovechó el servicio de James, como Bale, y reflejó la realidad del encuentro y de la mayoría de los actores secundarios implicados en esta Liga: Ronaldo, 28 goles; Getafe, 14. Tardó el Madrid 63 minutos en contrastar su oficio y superioridad; el Atlético empezó a zanjar una complicada cuestión ante el Granada en el 34 y de penalti. Para ganar los partidos, el Madrid recurre a la filigrana y al tiralíneas, la calidad le avala; el Atlético no tiene más remedio que bajar al barro y embadurnarse hasta las cejas para sacar la cabeza y respirar. Sea el rival el Madrid, el Éibar, el Barça o el Granada, su método de trabajo sólo admite una entrega del doscientos por ciento en cada uno de sus hombres, porque si no es así, todo el equipo se resiente.
Y el Atlético es un bloque compacto que, no obstante, permite la ensoñación con determinados futbolistas. Por ejemplo, Torres, que se ha puesto al servicio de la causa y ha servido de nexo a una afición dividida. Hay más, Juanfran. Verle por la banda derecha es echar de menos a uno como él por la izquierda. Y Koke y Arda, toque, trabajo y distinción. Mandzukic es un mando intermedio que, como Gabi y Mario, oculta la jerarquía con una labor de zapa que en contadas ocasiones culmina en gol, sin olvidar el generalato de Godín o el oportunismo de Raúl García. Y hay recambios para constatar que lucha por tres títulos.
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