Ganadería

Margarita

La Razón
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Hay una vaca en Tortosa, en Tarragona, que se llama Margarita, y que por lo visto te trae las zapatillas de estar por casa y el periódico si se lo pides por favor. La vaca, que se parece mucho a mi perro Perry, fue un regalo que se le hizo al actual propietario y que nunca la registró porque la consideró un animal de compañía. Una vecina, harta de tenerla por ahí a mano y a tiro, denunció al dueño y de esos polvos estos lodos. La Consellería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat catalana está buscando una solución para no sacrificarla aunque la ley dice que si no hay identificación ni documentación sobre su historial veterinario ni sobre su situación sanitaria hay que escabecharla. Pero resulta que al resto de vecinos les parece una monada y a una plataforma de iniciativas también y se han conseguido firmas que no se logran para otras propuestas que tienen como protagonistas a un ser humano y ahí han salido todos los toristas, toreristas y taurinos a decirnos que estamos gilipollas. Lo hacen, eso sí, desde su terno inmaculado. Camisita con inicial, pulserita bicolor, sello de la ganadería, chaqueta con pañuelo asomando a juego, a punto de entrar a los toros. Y no critico con esto a los que van a los toros (que yo fui taurina hasta que me quitó el roneo y el signo de los tiempos) sino a los que, a cambio de defender su fiesta, se han cruzado de vereda y ya no tienen ni la más mínima sensibilidad con los animales porque si la demuestran están faltándole a la tauromaquia. Igual deberían echarle un pensadito y acordarse de algún pastor alemán que alegró sus vidas. He dicho que Margarita se parece mucho a mi perro Perry porque todos los que tenemos animales sabemos que, al final, esas carillas, esos ojicos redondos, esa mirada limpia, nos tocan de cerca. Y entiendo a los de la vaca Margarita. Qué leches. Si ellos dicen que estar en contra de los toros y hacer una pintada es violencia, voy con la vaca. Larga vida a Margarita.