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Alfonso Ussía
Marianito Goya
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Albergo la esperanza de que Miguel Zugaza, Director del Museo del Prado –y un gran Director a mi modesto entender–, retome el antiguo interés por sumar a su soberbia colección el «Marianito Goya» del genio de Fuendetodos. Por una duda mal expuesta, peor explicada y rotundamente contestada por los especialistas, el Museo del Prado no consideró oportuna su adquisición cuando las negociaciones entre la familia propietaria del retrato y el Museo habían alcanzado un acuerdo.
La impulsora de la duda mal expuesta, peor explicada y rontundamente desautorizada fue Manuela Mena, una Directora del Prado que se caracterizó por su infinita capacidad de crear polémicas. Una mujer soberbia y bastante vanidosa más rigurosa con las explosiones de su carácter que con la opinión de los especialistas. El «Marianito Goya», ha pasado los últimos veinte años en la caja fuerte de un banco, y la familia Alburquerque lo ha cedido temporalmente al Museo Goya Ibercaja de Zaragoza, donde se expone en su sala principal.
He tenido la fortuna de disfrutar en muchas ocasiones de esa maravilla. El anterior Duque de Alburquerque, el formidable Beltrán Osorio, Jefe de la Casa de Don Juan De Borbón, decidió venderlo en 1993, pero la operación se detuvo en 1996 por los recelos autoritarios de Mena. Marianito Goya era nieto del genio, y la fuerza y destreza de su retrato no está al alcance de nadie. No lo pintó el genio en soledad. Lo pintó también el abuelo, concediéndole el añadido del cariño a su habitual maestría. El «Marianito» es tan portentoso como el retrato de la Condesa de Chinchón, propiedad de la familia Sueca, los Rúspoli, y que no se topó con las inclemencias científicas de la señora Mena.
Los propietarios del familiar y prodigioso retrato goyesco son los hijos del anterior Duque de Alburquerque. Ioannes Ossorio, el actual Duque, lo ha liberado de la prisión de la caja fuerte bancaria para que su belleza pueda ser admirada. Merece la pena viajar a Zaragoza sólo para ver el lienzo, sin menospreciar con ello a La Pilarica.
Con anterioridad a los retratos de la Condesa de Chinchón y de Marianito Goya, otro goya destinado al Prado terminó por ser adquirido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la familia Villagonzalo. Nada más y nada menos que su autorretrato, de reducidas dimensiones, y en las que el maestro aparece pintando en la oscuridad con un sombrero asaeteado de velas encendidas. Ese retrato, prodigioso, que colgaba de una pared noble del Palacio de Villagonzalo en la calle San Mateo de Madrid, y que tanta honra recibe de la Real Academia de Bellas Artes falta en el Museo del Prado, que era el sitio que hubieran preferido sus anteriores propietarios para su exposición. De haber sido Presidente del Patronato del Museo del Prado Plácido Arango y Director del mismo Miguel Zugaza cuando se obstruyeron dichas adquisiciones, el «Autorretrato» de las velas encendidas y el «Marianito Goya» completarían hoy la más completa y fabulosa colección goyesca del mundo.
Es buena la dispersión del tesoro artístico. En los sótanos del Prado duermen y aguardan su exposición al público centenares de cuadros de primera categoría. Pero ante la grandeza de una colección goyesca única, el desánimo que El Prado experimentó cuando renunció a los dos retratos familiares de Goya, fue tan perjudicial como innecesario. Hoy sabemos que se ha adquirido a la familia Alba la tabla de la Virgen de la Granada de Fra Angélico. En recientes tiempos pasados, Fray Giovanni da Fiesole, el Beato Angélico, estaría sometido a dudas y caprichos. Bienvenido sea.
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