Iñaki Zaragüeta
Mas hacia el fracaso
El problema es grave. Sin duda. Sin embargo, su desarrollo y desenlace podría invitar tanto a un guión trágico como a otro esperpéntico o cómico. Me refiero al proyecto de Artur Mas y su preceptor Oriol Junqueras. Después de las amenazas vertidas por ellos y algunos de sus cuates, y de la declaración del presidente catalán «vengo en son de paz» al llegar a La Moncloa para entrevistarse con Rajoy, a aquél sólo le faltará asomarse al balcón del Palau de la Generalitat y, en lugar de gritar ¡visca el Barça! con Pep Guardiola a su lado, lanzar la declaración de guerra a España. Como decía, esperpéntico.
La cruzada a favor de la independencia y el correspondiente viaje a ninguna parte se acerca más a la locura que a la racionalidad. A no ser que hayan echado su apuesta al aburrimiento que a todos nos terminará por producir esta monserga.
Vamos a ver. Llega el 27 de septiembre y, en el peor de los casos, las urnas plebiscitarias muestra un 51 por ciento a favor de la secesión y un 49 en contra. ¿Entonces qué? Por un lado, como dice mi amigo Rogelio ¡no pasa nada! Ni declaración de independencia, ni aplicación del 155 de la Constitución, ni uso de la Ley de Seguridad Nacional. No hará falta. Sólo más esteladas, más pitidos al himno y ya está. Por otro, discrepantes de Rogelio que vislumbran lo contrario. Conflicto, más conflicto y final a gusto de nadie. Así que lo mejor es mi deseo, lo que menos esperan: 60 por ciento contra Mas y 40 con él. Decepción es lo que ha cosechado cada vez que convocó creyéndose el rey. Así es la vida.
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