Julián García Candau

Más presión, menos dinero

A la selección española de fútbol no le van los partidos amistosos. En los bolos gana millones y pierde prestigio. En esta clase de encuentros ha sufrido las mayores decepciones. Contra Chile no se podía esperar victoria cómoda. Siempre presenta dificultades porque posee jugadores de gran nivel. Contra España jugó sus mejores bazas. Presionó desde el comienzo y trató de invalidar la condición del fútbol de toque. Su fórmula –hasta tres jugadores se oponían al español que tenía el balón en su poder– dificultaba la progresión de los nuestros y facilitaba el error en el pase como pocas veces se ha visto. Un síntoma preocupante fue el hecho de que los chilenos llegaran a tener más posesión de balón que los españoles. Tal vez se puede argumentar que en el equipo había bajas sensibles y que, de esta forma, al tiempo que se disminuía el potencial propio se aumentaba el del adversario.

Del Bosque ha mantenido la idea de conceder a Casillas los partidos oficiales y, contrariamente a lo vivido en años anteriores, ha dado oportunidad a los arietes auténticos y ha renunciado al falso nueve. Negredo marcó en Finlandia y Soldado lo hizo contra Chile. Jugar al estilo de antaño obliga a contar con extremos como Navas y Pedro, pero al equipo le faltó en Suiza la presencia de Jordi Alba para que hubiera mayor penetración por la banda izquierda. Arbeloa, por la derecha, no se consolida como el hombre idóneo. Al igual que en otras ocasiones, al juego español le faltó velocidad. Tanta horizontalidad posibilita la defensa del contrario.

Posdata. El toque tiene antídoto. Está constatado.