María José Navarro

Melanie

Se llama Melanie Rueda. Tiene cuatro hijos. La mala fortuna la llevó a conocer a un hijo de perra con el que se casó. José Guerrero. Así se llama. José Guerrero se casó con Melanie y le hizo la vida imposible. Seguramente sus vecinos dirán que no notaron nada. Que era una pareja ejemplar. Que José Guerrero era buenísimo con la gente y con sus niños. Que nadie lo hubiera dicho. Que se llevaban fenomenal. Que ni el más listo de Valderrubios, Granada, hubiera podido sospechar lo que se cocía entre aquellas cuatro paredes. Hasta que un día, todo estalló. José Guerrero pilló un martillo y golpeó ocho veces a Melanie Rueda. Ocho. Pero no se apuren, porque ella no murió. Le esperaba lo peor. A José Guerrero le cayeron dieciséis años de cárcel. No ha cumplido ni la mitad de la pena, pero ya ha disfrutado de dos permisos por buen comportamiento. Cualquiera que sepa de maltrato, de violencia de género, habrá comprobado que el mal comportamiento en público no es precisamente lo que caracteriza a los tipos que machacan a sus mujeres, pero la ley no discrimina. Es una suerte, ¿verdad? Así que José Guerrero ha pasado doce días de veraneo. Sin vigilancia, ni pulseras, ni nada que se le parezca. No será la última etapa de vacaciones que pase, porque se porta bien en la prisión. Claro. Mientras tanto, Melanie tiene miedo, pero lo importante es que el tal José Guerrero es un buen chico entre los chicos más duros. Melanie está pidiendo firmas para que este hijo de perra esté vigilado cuando vacacione. Lleva doscientas en mes y medio. Doscientas. Luego dirán que hemos avanzado.