Alfonso Merlos
Mentiras de destrucción masiva
Dos almas gemelas. Dos gotas de agua. Cuñas de la misma madera. El engaño y la utopía. El peor de los sueños que termina por convertirse en una pesadilla y en el infierno. La angustia. El callejón sin salida. Podemos y Syriza. Iglesias y Tsipras. Son lo que son, y lo que los españoles claramente perciben.
Lo desvela este sondeo de LA RAZÓN, en el que los encuestados gritan clamorosamente contra el engaño y el populismo, contra las fórmulas mágicas como remedio a enfermedades económicas y políticas perfectamente ponderables, materiales. Nunca llegará el contagio de Grecia a España porque nuestros compatriotas jamás pondrían al borde de la mayoría absoluta a escala nacional a un partido antisistema, asilvestrado, levantado sobre planteamientos de gobierno fraudulentos. No estamos tan desesperados pero, sobre todo, estamos vacunados.
Porque es obvio, a tenor de los números de NC Report, que estamos vacunados contra los experimentos que terminan en el colapso y en jubilados amargados, tirados por los suelos, hundidos en su dignidad por no poder sacar ni una mínima parte de sus ahorros y sus pagas de los bancos.
Es verdad. No siempre se escarmienta en carne ajena. Pero la asociación que ya se establece en nuestro país entre los chicos de las camisetas moradas y sus correligionarios en la otra punta del sur de Europa -los amigos del matón Varoufakis- es simple y directa, y está fundada. En efecto, el jefe del gobierno griego ha seguido al pie de la letra los consejos del profesor con coleta de la Complutense y ha llevado a su país a las cenizas en apenas cinco meses. ¡Claro que sí!
Porque la de Atenas hace medio año era una economía que en los grandes guarismos estaba fatal, pero estaba creciendo, y no estaba quebrada. Hoy sigue estando que da pena, pero además no crece, y está quebrada. Éste es el gran mérito de los zahoríes neocomunistas que sintonizan con los Monedero, Errejón y demás chicos del montón. ¡Qué peligro!
Qué grave es que ciudadanos de la vieja Europa atribuyan a ciertos dirigentes políticos la facultad de escudriñar, la perspicacia de descubrir los dineros que están ocultos para ponerlos en manos de los pobres, como esas personas que apenas con una vara encuentran manantiales subterráneos. Hemos pillado a los podemitas del Pireo en sus mentiras de destrucción masiva. Aquí no colarán. No pasarán.
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