Toni Bolaño
Mentiroso
Después de la reunión semanal del gobierno, el conseller Francesc Homs agitaba de nuevo la sombra de la sospecha. El ministro de Exteriores, García Margallo, criticó el viaje a París del presidente catalán echándole en cara que «actuar por libre no acostumbra a dar buen resultado». Homs respondía airado, tirando de refranero, que «a veces, vale más solo que mal acompañado» en una clara referencia a la suspensión de la cena con el ministro francés por las supuestas injerencias del Ejecutivo de Rajoy.
La sospecha empezó a gestarse cuando el lunes al mediodía, ya en París, Mas comunicó a los periodistas la suspensión del encuentro más importante de su visita por motivos de agenda de Jean Yves Le Drian, ministro de Defensa de Hollande. La comunicación oficial del presidente catalán desmentía, sólo media hora después, el tuit del responsable de prensa de la Secretaría de Exteriores de la Generalitat, Martí Estruch, que anunciaba la cena a bombo y platillo. La súbita cancelación parecía coger por sorpresa a la delegación catalana. Mas se lamentaba, pero su entorno se encargaba de dar pábulo a las supuestas presiones del gobierno español sobre el francés. El bulo de un nuevo ataque a Cataluña por parte del Gobierno de España ya estaba en marcha. ERC se subió al carro para criticar las injerencias «españolas». En el entorno presidencial nadie confirmaba, pero nadie desmentía. Formalmente, se ceñían a la versión oficial. En el fondo, animaban la sospecha. Como muestra un botón. La opinión publicada oficial se sumaba a la versión de la conspiración en tertulias, artículos y columnas.
Sin embargo, 24 horas después sabemos que el gobierno catalán conocía la cancelación desde el viernes por la tarde. Mas optó por mentir. Por guardar silencio. Por ocultar la verdad. Todo por evitar que su escuálida agenda aún quedara más en evidencia. Conocida la noticia, algún aspirante a aprendiz de Maquiavelo inició en Palau un tejemaneje para salvar la situación. Creyó encontrar la piedra filosofal. Ocultar la cancelación, comunicarla en el mismo París y luego dejar entrever oscuras maniobras del Gobierno de Rajoy para poner en la picota el viaje de Mas. La polémica sería una cortina de humo perfecta para ocultar un nuevo fiasco. Culpar a Madrid es siempre un salvavidas, recurrente, y además agita los sentimientos. Sin embargo, el ideólogo no cayó, tirando de refranero, en que «se pilla antes a un mentiroso que a un cojo».
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