
Lucas Haurie
Mixto a la fuerza

Cuando se habla de «degeneración de la clase política», se alude sobre todo, aunque erróneamente, a la rapiña de la corrupción, un mal terrible que se atajará en cuanto los partidos alberguen voluntad de hacerlo. Parece que en el último trienio se va poniendo algo de celo. El fundador de este diario repite con frecuencia que el 90% de los políticos españoles son honrados, y acierta, pero atina más cuando añade que el 99% de ellos no está capacitado ni para servir los cafés en una empresa privada. No es el afán de trinque sino la insondable mediocridad lo que caracteriza a una clase dirigente que degenera a ojos vista. Por ejemplo, la Junta de Andalucía confunde últimamente el culo del anticlericalismo con las témporas de la laicidad; así, ha querido retirar la subvención del concierto –unos acuerdos que permiten que el contribuyente ahorre muchísimo dinero– a los colegios que prescriben la separación por sexos. Es justo recordar en este punto que los padres eligen el centro en el que desean que estudien sus hijos y, mira por dónde, no sólo hay enormes listas de espera en estas escuelas, sino que se viven verdaderas tragedias cuando algún solicitante rebota desde allí, por falta de plazas, a una institución mixta; es un sano ejercicio de libertad confiar la educación del nene a quien se tenga por conveniente y así lo bendijo ayer el Tribunal Constitucional, desestimando el intento de asfixia económica por parte de una consejería trabucaire. Quien no esté de acuerdo con la educación separada –el firmante, sin ir más lejos– ya sabe de qué empresa no debe ser cliente. Tampoco fumo y no pretendo cerrar los estancos. Mal que pese a la administración, los ciudadanos pueden pensar por sí mismos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar