Francisco Nieva

Nuestro amigo el miedo

Toda vida animal se protege y salva de la extinción por el miedo. Como animales racionales, los seres humanos sufrimos del miedo, que nos preserva de muchos peligros reales que a todos pueden acecharnos. Es nuestro preservativo contra el aleatorio peligro. Atemorizada prudencia que hace del miedo un conservador de la vida privada. En estos momentos de crisis tenemos miedo de mayores desdichas. Nuestro ADN está programado por el miedo, un miedo ancestral originario.

Mi madre me contaba un caso terrorífico, en el que se prueba que se puede morir de miedo. Helo aquí: una niñera se ocupaba de una niña de poco más de un año, que parecía adormilada y aburrida. Para divertirla, se le ocurrió tomar una muñeca que tenía un pelo de estopa y despeinarla fantásticamente, con «los pelos de punta». Sacudió a la niña y le dijo: «Mira lo que le ha pasado a tu muñeca». La niña miró y gritó aterrorizada, sufrió un ataque al corazón y murió en los brazos de la niñera. Se llamó a la Policía y la niñera se declaró con veracidad llorando a moco y baba. «Yo le presenté a la niña esta muñeca despeinada para distraerla. La niña gritó y cayó desmayada. No puedo decir más». La muchacha fue exonerada de toda culpa.

La imaginación es la gran muñidora del miedo. Hay quienes se ganan la vida y la fama especulando con el miedo: políticos, científicos, intelectuales y artistas. Visitemos el Canal Historia, producido por americanos. Son innumerables los reportajes catastrofistas, apocalípticos, pronosticando la caída de un asteroide que nos deje sin atmósfera oxigenada, como a los dinosaurios. Se lucen construyendo preciosistas maquetas de Nueva York y se figura que un tremendo «tsunami» lo inunda hasta la cima del rascacielos más alto. Previsión razonable, considerada científicamente. Yo mismo quise competir con Edgard Poe pergeñando una novela de miedo, el mayor miedo concebible a ser emparedado en vida. Tanto me sugestionó recrear esta experiencia que tuve que dejarlo. ¿Podemos suponer una sofisticada imaginación en la niña de marras? De ningún modo. El miedo de los niños ya está determinado. Es el miedo ancestral, el mismo que en la zoológica evolución hace esconderse a los cachorros, buscando instintivamente el amparo de su guarida o su nido, el refugio de la madre contra el universal depredador que los amenaza. El miedo de los niños es también animal, una experiencia infusa por sus más remotos ancestros.

Me contó un amigo que Ethan Cohen, el cineasta, que vivía cerca de las Torres Gemelas, las vio caer y pasó tres días encerrado en su apartamento sin comer ni beber, absolutamente paralizado por el miedo. Misterios de la vida asustadiza, que se está reafirmando en estos tiempos. Cuanta más imaginación se tiene, mayor el miedo. Al final, no sabemos cuántos seres sufrieron un infarto mortal en dicha ocasión. Mala jugada de nuestro amigo el miedo, un guardaespaldas traicionero. Es él quien se nos puede morir de espanto antes de salvarnos. Puede decirse que aún nos conservamos y sobrevivimos en una atmósfera de miedo. Podemos celebrarlo.