Julián Cabrera
Nuevo curso y «llanitos»
Hace exactamente un mes, una persona muy cercana al presidente del Gobierno me avisaba sobre unos inquietantes movimientos en Gibraltar y me sugería para más detalles contactar con el presidente de la cofradía de pescadores de Algeciras. No era éste el preludio de un nuevo culebrón informativo estival, sino la constatación para quienes se reincorporan esta semana a la actividad política o periodística de que los pescadores de la bahía de Algeciras, por un lado y la dignidad del país, por otro, no pueden pasar a segundo plano en el nuevo curso por muy intenso que ya se la esté prometiendo. El órdago de los bloques de hormigón «llanitos» encierra algo más que una nueva provocación ante la complacencia del primer ministro británico, David Cameron, muy preocupado por las fotos de sus lorzas en las playas de Cornualles, y por eso hay que hacer memoria: todos los gestos de flexibilidad en pos del diálogo por parte española han sido siempre interpretados como debilidad desde la parte británica, por eso no pocos se hacen algunas preguntas: ¿quién abastece a la Roca de energías, de agua potable, depuración de residuos y todo tipo de avituallamiento para su privilegiado día a día bajo la corona británica? La respuesta no es Londres, es España. Gibraltar será tema de primera línea en un nuevo curso político que ya nos arroja alguna pista de intenciones, por ejemplo al líder de IU, Cayo Lara, ni las vacaciones, ni el alivio en la prima de riesgo ni algún esperanzador síntoma en nuestra economía le han sacado de su particular «raca raca»; ahora resulta que los inmediatos compromisos internacionales del presidente Rajoy –G-20 el primero de ellos– son una huida. Pues sí, éste es el heredero de los Sartorius y Solé Tura.
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