Cástor Díaz Barrado
Nuevo rumbo argentino
La victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales argentinas va a suponer, con toda seguridad, no sólo un cambio en la política interna de este país y, sobre todo, en su marco económico, sino también en el conjunto de las relaciones entre los estados latinoamericanos y respecto a los nuevos aliados de la política exterior argentina. Desde luego, los países latinoamericanos más partidarios del libre comercio verán reforzadas sus posiciones con la llegada de Macri al poder, y es muy posible que se produzcan cambios sustanciales en algunos de los esquemas de integración que tienen lugar en la actualidad en el espacio latinoamericano. Los actuales equilibrios en el seno de Unasur y, en particular, la posición dominante que venían teniendo los países de tendencia de izquierda se va a ver, seguramente, alterada por la nueva política argentina, y es muy probable que Mercosur reciba un nuevo impulso en el que se dé prioridad a los aspectos de carácter económico y que los elementos políticos pasen a un segundo plano. Todo está por decidir, pero bastaría con que la nueva posición argentina recibiese un cierto respaldo por parte de Brasil para que asistiéramos a cambios relevantes en las relaciones entre los países de América Latina. El presidente Macri no lo va a tener fácil para la renovación y el cambio en el interior de Argentina pero tampoco va a recorrer un sencillo camino a la hora de hacer efectivos los componentes esenciales de su política exterior. El perfil del nuevo presidente argentino se sitúa más en el marco de los aspectos que definen a los países de la Alianza del Pacífico que en el seno de las estructuras, anquilosadas y complejas, que en la actualidad configuran el Mercosur. El anuncio del presidente electo de que llevará la cuestión de Venezuela al terreno de la aplicación de la cláusula democrática en Mercosur pone de relieve que ha comenzado una radical transformación en la política exterior argentina.
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