María José Navarro

#NuncaDejesDeCreer

La Razón
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Manuela tiene nueve años y le mola mucho hablar en inglés. Hasta que fue a un concierto de Dani Martín no le gustaba el fútbol, pero ese día, su cantante favorito contó desde el escenario cuáles eran sus colores y en ese instante decidió que quería ser del Atlético de Madrid. Ya ha estado en dos ocasiones en el Calderón y ha sido talismán: goleada y fiesta en la grada. Manuela acude al Manzanares con todos los símbolos distintivos de la mujer atlética cabal. Una gorrita, una bufanda, y una sonrisa enorme. Este viernes tenía que recogerla su padre. Le ve cada quince días, como le pasa a muchos críos que están obligados a ver a un hijo de puta cada dos semanas, el mismo hijo de puta que ha hecho la vida imposible a sus madres. Este viernes tenía que recogerla su padre pero no lo hizo. Prefirió llamarla por teléfono cuando ya era muy tarde, casi de noche, para decirle que entonces pasaba a por ella, pero Manuela jugaba con una vecina. Me quiero quedar, papi. Y su padre la insultó. A Manuela le crujió algo por dentro. Y en ese instante, la mirada se le enturbió a Manuela. Su tío me llamó. Oye, mira, que cuándo juega el Atleti en casa. Ah, el domingo. Seis y cuarto. ¿Y es el Día del Niño, dices? Si, sí, ya me habías contado que es un día precioso, con muchos críos en el campo. Vale, pues voy a sacar entradas que me llevo a Manuela. Así que esta tarde, a las seis y cuarto, Manuela estará sentada en el Vicente Calderón, con su gorrita, con su bufanda, acompañada de su tío, que es del Madrid, pero que jamás se perdonaría que su empeño causara en esa niña una vez más la obligación de elegir, de dividirse, de regresar como cada día al cruce con dos direcciones. «Ésta, tan pequeña –me dice su tío– es otra guerrera del Cholo». Me cuentan que Manuela vuelve a sonreír. Nunca dejes de creer.