María José Navarro

Patios

Parece que por fin la Humanidad se ha enterado de lo bonitos que son los patios de Córdoba, que ya era hora. Según nos cuentan, desde tiempos de los romanos los cordobeses engalanan patios y balcones con flores para dar la bienvenida a la primavera, pero es ahora cuando a los de la Unesco les ha dado por darle coba. La misión de la Unesco debe ser complicada y no debe andar bien de tiempo, porque lo que es puntuales puntuales no son. Pero bueno, tampoco nos quejaremos ahora de que la Unesco se entere tarde de lo que todos sabíamos. Si acaso, se puede una quejar de que no haya reparado en otros tótems cordobeses del acervo cultural mundial, eso sí. Por ejemplo, resulta raro que los de la Unesco hayan reparado en los patios pero no hayan caído en el flamenquín, que les pillaba cerca. Ni en el salmorejo, que era de cajón una vez que se va de visita cordobesa. Pero nada. También les pillaba cerca de Córdoba la cuna de los botos camperos, con permiso de Valverde del Camino, provincia de Huelva: Montoro, noble municipio con unas cuestas que ríase Vd. del Tourmalet. Una puede entender que, con la que está cayendo, no es el mejor momento de hacer según qué cosas. Lo mismo si la Unesco anuncia el reconocimiento universal a Montoro se le montan barricadas y un llamamiento mundial a la desobediencia fiscal y la liamos. Conformémonos pues con el reconocimiento Unesquero a los patios y esperemos que quien deba haga justicia con las otras dos grandes aportaciones cordobesas a la Historia Universal: el tinto con casera o Vargas y Bodegas Campos. ¡Viva Lagartijo!