Alfonso Merlos
Peligro público
Tras las fechorías perpetradas y las astracanadas promovidas ininterrumpidamente durante toda la Navidad, dos dudas esenciales nos asaltan. Primera: una vez batida la plusmarca de la mamarrachada con la cabalgata de Star Wars, ¿qué estarán tramando los de Podemos para Semana Santa? ¿Acaso la crucifixión, muerte y resurrección de... Peter Pan, o de Peppa Pig? Y segunda: ¿repartirá Carmena jamones para «actualizar y diversificar» las tradiciones islámicas durante el Ramadán? ¿Le ayudará tal vez en la logística el taimado Zapata?. Más allá de haber convertido una celebración hermosísima en un carrusel de ocurrencias instituyendo a la capital de España en hazmerreír de media Europa, la actitud de los neocomunistas pasa de castaño oscuro. Porque significa el ataque a la ilusión de los niños, a los sentimientos de los católicos, a las tradiciones auténticamente españolas. Es una pulsión, la de las mesnadas de Pablo Iglesias, que busca lesionarnos como sociedad, tumbar nuestros valores y principios.
Hemos asistido durante demasiados y emotivos días (manchados de sectarismo) a la manifestación del peligroso tic totalitario de Manuela. No respetan al otro. Pasan el rodillo sobre su sensibilidad y sus creencias. Imponen el pensamiento único. Aplastan a las mayorías. Ofenden sin pudor. Exhiben sin ruborizarse su analfabetismo cultural derrochando mala baba y presentando como ejercicios revolucionarios admirables lo que no pasa de la simple fantochada o la burda payasada.
Carmena es un peligro público. Ya hemos tenido bastante. Es hoy la principal artífice del deterioro de la imagen de Madrid y de su erosión institucional. Ha llenado la ciudad de chapapote y de zafiedad. Si el socialista Carmona pintara algo en el PSOE debería incoar hoy mismo el proceso para sustituirla, poniendo el bastón de mando municipal en las buenas manos de Esperanza Aguirre.
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