Cástor Díaz Barrado

Plagios

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La escena internacional nos enseña, cada día, que los estados pueden observar a los otros estados y compararse unos con otros. Nada es mejor que admirar a aquellos que tienen una economía más organizada y saneada. Pero, en el fondo, lo que todos quieren es tener un sistema político envidiable y ejemplar, en el que se asegure la cohesión social. Los intereses son la base de las relaciones internacionales, aunque la ejemplaridad y el trabajo forman parte inseparable de estos intereses. La decisión de la ministra alemana de Educación, Annette Schavan, de dimitir por haber sido acusada de plagio en su tesis doctoral, lo que sucedió hace muchos años, no es el primer caso sino que se suma a la dimisión que tuvo lugar, hace algún tiempo, por parte de su compatriota el ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg. Lo sobresaliente de este asunto no es el castigo político que se inflinge a aquellos que son acusados de comportamientos, cuando menos, irregulares, sino que, en el fondo se están protegiendo los legítimos derechos e intereses de quienes fueron plagiados. El reconocimiento del trabajo bien hecho y que no puede ser plagiado es lo que está detrás de estas dimisiones. La cercanía de la canciller Angela Merkel con la ministra de Educación no sólo es política sino, incluso, personal. Pero esto no ha impedido que se aceptara su dimisión y que, quizá, fuera facilitada y animada por su entorno más próximo. Todo un ejemplo que nos ofrece la política alemana. ¡Cuánto tienen que aprender la política y la sociedad españolas! ¡Qué lejos estamos de reconocer a quienes trabajan lealmente por nuestro país y qué incapaces somos de prescindir de quienes se aprovechan de lo público! Ha llegado la ahora de actuar pues, con ello, se potencia la imagen de un país y el «buen hacer» se agradece tanto en términos políticos como en sus consecuencias económicas. Ahora que la Marca España parece estar muy debilitada habría que seguir el ejemplo de los políticos y la sociedad de Alemania. La sociedad española debería rechazar los plagios y debería copiar los comportamientos de dignidad y honestidad. Los políticos españoles, reflejo de nuestra sociedad, deben comenzar a hacerlo. Fortalecer la imagen de España en el exterior sólo es posible profundizando en los valores que deben distinguirnos en nuestras relaciones internas y, sobre todo en el sector público. Las «malas copias» están demasiado presentes en el día a día de la España actual. No podemos esperar más tiempo. Si no actuamos ahora nuestra identidad como país será ocultada porque nadie querrá comprar, ni oír hablar, de la Marca España.