Cristina López Schlichting
Por la espalda
Ha sido a traición, con las cámaras disueltas, las elecciones convocadas y sin presidente en la Generalitat. Ninguna persona ecuánime, serena, puede aprobar, no ya el fondo, sino el modo y manera en que Juntos por el Sí y la CUP han planteado una resolución separatista, pareciera que buscando el mayor caos social posible. Francamente, da vergüenza considerar lo que piensan los europeos de estos españoles irresponsables y zafios, tan extremistas e ingobernables como siempre nos han dicho que éramos. Qué brutalidad. Emprender la ruptura cuando ni siquiera hay líder, cuando Artur Mas está seriamente vetado como president y es posible que incluso haya que convocar comicios en Cataluña otra vez. Cuando sólo funcionan las diputaciones permanentes del Parlamento y el Senado nacionales. No sólo hay vacío de Gobierno en Madrid, es que igualmente lo hay en Barcelona. ¿Qué se busca, una refriega, alguna desgracia? «Juntos por el Sí» sacó menos escaños en las autonómicas catalanas que CiU con la Esquerra en las anteriores. Obtiene mayoría con la CUP, que es un partido antisistema, pero apenas alcanzan juntos el 47,2 por 100 de los votos. Y se lanzan a romper la Constitución, conculcar el Estado de Derecho y violar los derechos de la mayoría de los catalanes y de los españoles todos. Afirman, solemnemente, que no obedecerán «a las instituciones del Estado español, en particular al Tribunal Constitucional, deslegitimado». Es tan brutal, paleto, ágrafo, primario todo esto que desmoraliza. Va a ser verdad que aquí hacemos de nuestra capa un sayo y tiramos por la calle de en medio. Las dificultades son ahora grandes, si bien están claras la unidad de los partidos democráticos y los mecanismos legales que pueden proteger la democracia. Las dos vías, la más moderada de la impugnación de una eventual declaración de independencia –lo que se ha hecho es una propuesta todavía– por el Tribunal Constitucional y la suspensión de la autonomía por el artículo 155 están a disposición del presidente. Es ahora cuando advertimos en toda su gravedad la importancia de la negativa reciente del PSOE a votar con el PP a favor de la reforma de las atribuciones del TC. Se sabía ya que el independentismo catalán iba a toda velocidad y aún Pedro Sánchez prefirió jugar al electoralismo. Total, para salir escaldado en las catalanas. En fin, comienzan días tensos, pobre España. En vísperas de unas elecciones, el país fue sometido a una dura prueba con el atentado de Atocha. Ahora, de nuevo, el Gobierno en funciones tiene que reaccionar ante algo gravísimo. Hasta el 5 de noviembre tiene el PP tiempo para formar grupo parlamentario en Cataluña. A partir de ese momento la mesa considerará la propuesta secesionista de ayer. Tiene dos días y hay otros dos para alegaciones. Nos ponemos en el 9 de noviembre. El 20 de diciembre vamos a votar. Qué locura. Qué patria tan difícil.
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